Entre cuerdas y madera: la lucha de un lutier por mantener vivo lo artesano

Madrid

En pleno centro de Madrid, a pocos pasos del Teatro Real, hay un taller de guitarras donde lo artesano sigue luchando por sobrevivir. Al cruzar la puerta de la entreplanta nos recibe el olor a madera y la vista de decenas de guitarras en exposición. Aquí trabaja Felipe Conde, uno de los lutieres más prestigiosos de España, heredero de un oficio donde su familia lleva más de un siglo activa.

"Se puede decir que nací entre guitarras. Yo soy la tercera generación y hay una cuarta que es mi hijo, Felipe Conde Crespo", relata sentado en el sofá de su taller al preguntarle por la historia de su familia y las guitarras que tiene en exposición.

Algunos de los modelos que se ven han pasado por las manos de grandes guitarristas, desde Agustín Barrios Mangoré hasta el legendario Paco de Lucía. Y aunque suene de película, en el país de la guitarra, la lutería es un arte en peligro al igual que otros oficios artesanos.

Construir una guitarra: paciencia y precisión

Fabricar una guitarra no es solo cuestión de ensamblar piezas y barnizar. Todo empieza con la selección de la madera, esencial para determinar el sonido del instrumento. "Cada parte de la guitarra tiene su sentido. Por ejemplo, el diapasón tiene que ser de maderas duras como el ébano porque tiene toda la tensión de las cuerdas. En el cuerpo de la guitarra se tienen que utilizar otras maderas más flexibles, la tradicional para el flamenco es el ciprés", explica Felipe Conde. Que mientras visitamos su taller nos enseña esas láminas preparadas para el siguiente paso.

Luego, la forma principal de la guitarra se hace en otro taller porque el edificio situado al lado del Teatro Real está protegido y no admite esa maquinaria. El proceso completo de la guitarra acaba hasta mes y medio más tarde después de terminar de barnizarla.

Aunque algunas piezas, como el mástil, se mecanizan para aligerar el trabajo, la esencia del trabajo sigue siendo artesanal. Que según el fabricante ese es el encanto que le da a la guitarra, el hacer casi todo a mano y con esfuerzo. Muchos de los utensilios que usa Conde han pasado de generación en generación, como el banco de su padre o las herramientas, que vemos colgadas en la pared, que son de su tío.

Ese trabajo a mano, y lo mucho que se tarda terminar una pieza artesana, es algo que los artesanos reivindican constantemente.

La desprotección de los oficios

En España más de 200.000 personas se dedican a la artesanía, un sector que cada año pierde producción a pesar de la nueva creación de empresas dedicadas a lo artesano, según la consultora KPMG. "A mí me da hasta vergüenza admitir que tengo que vender fuera de España porque aquí la artesanía ni se valora, ni está lo suficientemente protegida", afirma Conde.

María Subrá, cofundadora de la Asociación Contemporánea de Artes y Oficios, explica que la palabra que se debe utilizar es desprotección: "Acumula una serie de problemas, como el IVA o el relevo generacional. No hay conciencia de que nos podemos quedar sin artesanos y tampoco hay esfuerzo suficiente de las administraciones públicas a nivel estatal y autonómico de crear un libro blanco de la artesanía".

Conde nos cuenta que el problema con el IVA lo ha vivido en sus carnes. "Vienen extranjeros de otros países europeos y no entienden cómo se tiene que añadir un 21% a un instrumento. Cuando en sus países no pagan nada o como máximo un 10%". La cofundadora de la asociación asegura que la UNESCO ha declarado las técnicas artesanas como patrimonio inmaterial de la humanidad. "Por tanto, si el artesano es un agente cultural y en su taller se atesoran las técnicas artesanas reconocidas por este organismo, su lugar de trabajo es un centro cultural. Lo que se debería de aplicar es el IVA reducido que se añade a la cultura".

El desafío de ser lutier en España

Mientras vemos como Conde organiza las maderas y las guitarras que tiene en su taller, nos explica que el caso de su familia es raro porque el oficio ha pasado de padres a hijos. Y todos han querido dedicarse al arte de crear guitarras como vocación. Porque uno de los retos que vive el oficio de lutier es la desaparición por el poco relevo generacional y el poco interés de las nuevas generaciones, lo que pone en riesgo su continuidad.

María Subrá cuenta que desde la Asociación Contemporánea de Artes y Oficio colaboran con una fundación internacional, la Fundación Michelangelo, con unas becas para los nuevos artesanos. "Nos hemos encontrado con nuevos perfiles, muy diferentes al niño de taller, como Conde que ha crecido entre guitarras. Ahora hay una nueva generación cuya formación es creativa como bellas artes o diseño. Se acercan al material y aplican su creatividad y así se convierten en artesanos. Se ve una hibridación entre la creación artística y la artesanía de estos jóvenes que ya vienen con carreras universitarias".

El artesano necesita al menos cinco años para poder dominar una técnica. Esto genera un problema, porque el artesano es una micro PYME que tiene que contratar a un aprendiz que durante cinco años no le renta. Elo producto que elabora ese aprendiz no puede salir a la venta porque está defectuoso. "En otros países se financian esta formación, pero en España no, por lo que no se asegura la continuidad de los talleres", asegura Subrá.

Asociaciones como la de María Subrá luchan por dar visibilidad a la artesanía y que se valore desde las administraciones públicas. Mientras tanto, en su taller, Felipe Conde sigue afinando cada guitarra con la precisión de quien ha dedicado su vida a este arte. Porque, aunque el futuro de la lutería sea incierto, cada instrumento que sale de sus manos es una prueba de que la pasión y la tradición aún tienen su lugar.