Pasar del miedo al placer, ¿cómo hacerlo?
Raquel Mascaraque, periodista experta en psicología emocional, se sumerge en la superación de aquello que aterra para disfrutarlo

Pasar del miedo al placer, ¿cómo hacerlo?
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Esta semana, Raquel Mascaraque rememora sus inicios en el esquí (con seis años) y cómo se convirtió en un miedo usual. Se dio de bruces que con este temor hace unos días al ser invitada por su hermana a un viaje familiar en la nieve. Lo cierto es que, analizando sus miedos, se dio cuenta de que la escuela con la que esquiaba, solía llevarla por sitios superiores a su nivel. Y, al final, Mascaraque llegó a la conclusión que, cuando estás intentando sobrevivir, no puedes aprender demasiado.
Lo cierto es que aprender algo nuevo debería ser emocionante, pero muchas veces es aterrador. ¿Por qué? Raquel Mascaraque, periodista experta en psicología emocional, explica que el cerebro asocia lo desconocido con peligro de manera automática: "Esta es una respuesta natural para protegernos de lo que no controlamos".
No obstante, aquí entra otro factor clave: las experiencias previas. Si la primera vez que intentaste algo sentiste vergüenza, presión o frustración, tu cerebro registra esa actividad directamente como una amenaza. Esto ocurre mucho en la escuela. Por ejemplo, un profesor que haya dicho que no llegarás a nada o que te hacía sentir torpe si no te salía el ejercicio de matemáticas. En el equipo de 'Si amanece', esto resuena a Educación Física, en el caso de Adriana o al arte de ligar, en el de Edgar.
Este tipo de experiencia acaba por dejar de intentar aquello con lo que acababas de empezar. En el caso de Mascaraque fue la bici. Su prima decidió que iba a enseñarle a montar como ella había aprendido: sola. ¿Qué ocurrió? Que decidió soltar el sillín de la periodista en una cuesta abajo y esta se chocó con un coche rojo al estar los frenos demasiado duros.
A partir de ese momento, Mascaraque monta en bici si tiene que hacerlo, pero si puedo evitarlo, lo prefiere. Su cerebro aprendió entonces que eso era peligroso y no era para ella. Así nace el miedo.
Pero aquí viene la buena noticia: el miedo no es permanente. Y muchas veces, lo que hace que desaparezca, no es la actividad en sí, sino quién te la enseña y cómo lo hace. Eso le ha ocurrido a la periodista este fin de semana con el esquí y su hermana, quien ha sido una excelente profesora.
Al final, cuando recibimos una enseñanza positiva, el cerebro reemplaza las conexiones del miedo por otras asociadas al placer y la seguridad. Esto significa que no es la actividad lo que da miedo, sino la forma en que la vivimos por primera vez.
Por ello, la periodista recomienda que, la próxima vez que se sienta miedo ante algo nuevo, hay que preguntarse si realmente asusta la actividad o la forma en que se enseña. A veces, solo se necesita a la persona adecuada para mostrar que el miedo no es nuestro, sino de la historia que contamos sobre él.




