El Joker te pone a prueba: ¿pulsas el detonador o no?

Esta semana, Raquel Mascaraque recupera una secuencia de 'Batman, el caballero oscuro' (Christopher Nolan, 2008) para introducir varios experimentos sociales.

En la escena que menciona la periodista, el Joker secuestra dos barcos y les da al líder de cada uno de ellos un detonador. A las doce explotarán ambas embarcaciones a menos que alguna de las dos presione el detonador antes y, en tal caso, vivirán a costa de que el otro barco explote. Esto es lo que se denomina el dilema del prisionero, experimento llevado a cabo en 1950 por el matemático Albert Tucker.

La periodista especializada en psicología emocional trae otro ejemplo recurrente: detienen a ambos amigos por un crimen y la policía los interroga por separado. Si ninguno dice nada, quedan libres; si los dos confiesan, ambos reciben una pena de cinco años cada uno; mientras que si uno confiesa y el otro no, el que confiesa queda libre y el otro recibe una pena de 20 años.

Lo curioso, según cuenta Mascaraque, es que, aunque lo mejor sería que ambos guardaran silencio, muchas personas traicionan a su compañero por miedo a salir perdiendo.

Samaritanos, caramelos e influencias de grupo

Otro experimento que aborda Raquel Mascaraque esta semana es el del buen samaritano, de Darley y Batson (1973).

A unos estudiantes de Teología les dijeron que tenían que dar una charla sobre la importancia de cuidar a los demás. Dividieron al alumnado en tres grupos: uno que debía llegar con mucha prisa, casi a punto de empezar la conferencia; otro que llegaban un poco justos, pero iban bien; y al tercero, que contaban con mucho tiempo.

El resultado fue que el 10% de los partícipes con prisa se detuvieron a ayudar. El 45% de aquellos cuya prisa era moderada ofreció ayuda. Y los que iban sin prisa, ayudaron en un 63%. Pero lo irónico, según Mascaraque, es que todos iban a dar una charla sobre cuidar a los demás.

Ante esta experimentación, la periodista se pregunta si alguna vez se hace algo solo porque los demás lo hacen o porque nos observan, ya que esta actitud ha inducido a más de un ensayo sociológico.

Otro ejemplo es el realizado por Strohmetz y su equipo cuando descubrieron que los clientes dan propinas más altas si los camareros dejan dulces con la cuenta. "¡Es como si nos sintiéramos obligados a devolver el favor!", exclama Mascaraque. La periodista lo achaca a que si alguien hace algo bueno por nosotros, sentimos que estamos en deuda con esa persona.

Otro experimento más es el de Stanley Milgram, Leonard Bickman y Lawrence Berkowitz, en 1968, y el poder de atracción. Estos psicólogos determinaron que es muy sencillo influenciar a los demás cuando hay un grupo de personas que hacen una acción concreta.

Para comprobarlo, un grupo de personas en Nueva York miraban al cielo fijamente y se les sumaron algunos viandantes curiosos que simplemente pasaban por allí. Con ello, demostraron lo fácil que es influenciar a los demás por la importancia que emana del sentimiento de pertenencia a un grupo.

El último experimento que nos descubre Raquel Mascaraque esta semana es de los favoritos de la periodista, además de muy visual. Consiste en un ascensor y varias personas dentro, quienes se dan la vuelta al subirse y se quedan mirando a la pared. ¿Qué haríais: os voltearíais o seguiríais de frente?

Este experimento, hecho por el programa Candid Camera en 1962, mostró que la mayoría de las personas también se giraban sin cuestionarlo, solo por seguir a la multitud. Raquel Mascaraque apunta que intentamos mantener nuestra individualidad, pero la fuerza que ejerce el grupo es más potente.