El economista Niño Becerra desprecia las presiones de EEUU a España: "¿Con qué nos puede presionar? ¿Aranceles del 200% al vino?"

Madrid

La actualidad económica internacional está atravesada por movimientos geopolíticos, incertidumbres comerciales y señales de alerta que cambian cada día debido a la administración Donald Trump. Estos cambios constantes obligan a repensar los modelos productivos a corto plazo, con poco margen para un enfoque más extenso en el tiempo. Así lo ha analizado el economista Santiago Niño Becerra en su intervención semanal en La Ventana, donde ha puesto el foco en la presión que Estados Unidos ejerce sobre Europa, el retorno del gasto militar a niveles de la Guerra Fría y la aparente contradicción entre un turismo en auge y la falta de cambios en el modelo económico español.

Esta semana, el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, ha viajado a Estados Unidos en una gira marcada por reuniones con empresarios y con el secretario del Tesoro, Scott Bessent. Un viaje que, lejos de interpretarse como diplomático o constructivo, ha sido calificado por Niño Becerra como una cita desigual: Lo que realmente se ha pedido a España es que aumente su gasto militar y elimine la tasa Google. "Este viaje se encuadra dentro de lo que Estados Unidos pretende. Ya no se si debemos decir la administración Trump, porque se dice que hay roces entre los poderes de EEUU y la administración. Si siguen así las cosas, soy bastante pesimista con respecto a Europa y cada país", ha comenzado diciendo.

Niño Becerra apunta a una estrategia clara por parte de la administración estadounidense, especialmente desde que Donald Trump ha regresado a la Casa Blanca: no negociar con Europa como bloque, sino presionar a cada país de forma individual. "Cuando se crea la Unión Europea en el año 1992, en Estados Unidos hubo muchas voces en contra. Muchos académicos dijeron que era un invento que rechinaba, y en parte, tenían razón. La administración Trump está en contra porque la UE es algo bastante potente. Es muy difícil para él negociar con la UE, y quiere fraccionarla y negociar país a país. No que vaya un representante comercial, sino que vaya el español, el francés, el sueco... Así sería mucho más fácil imponerse", ha afirmado Niño Becerra sobre la estrategia basada en la fragmentación de Europa.

Por otro lado, EE.UU. ha eximido de aranceles a componentes tecnológicos clave como móviles, chips o máquinas para fabricar semiconductores. Según datos de la firma Wedbush, fabricar un iPhone íntegramente en suelo estadounidense costaría hasta 3.500 dólares. Así, todo lo que Norteamérica deja fuera es porque lo necesita para producir o porque desabastecería los mercados. "No sé la amenaza a nivel de números que puede ser. EEUU tiene superávit de servicios. Por pura deducción, que España interceda en la UE diciendo qué buenos chicos son los estadounidenses. A España apenas nos pueden amenazar con nada, solo con un 200% de aranceles al vino, pero eso le va a pasar a todos los países", ha explicado.

España repiensa su modelo productivo

Frente a este panorama internacional, España parece refugiarse en un turismo que sigue batiendo récords. Según el Gobierno, entre marzo y abril se superarán los 15 millones de turistas internacionales, con un gasto asociado de más de 20.000 millones de euros, un 13% más que el año pasado. Sin embargo, también se encarece el acceso: la tarifa media por noche en hotel supera por primera vez los 200 euros, alcanzando los 208 euros en los principales destinos del país. Sevilla y Málaga encabezan la lista de ciudades más caras, seguidas por Barcelona, Madrid y Baleares.

"Está demostrado que el ocio, en sentido amplio, no baja. Hace nada he leído que hay una calle en Barcelona que tiene el 56% de los comercios cerrados. Según la última encuesta de Cinco Días, solo el 10% de los españoles tiene pensado comprar un coche en poco tiempo. El consumo de no ocio se ha reducido mucho", ha alertado Santiago Niño Becerra.

Entre presiones exteriores, transformaciones internas que no llegan y señales preocupantes en los indicadores globales, la economía mundial se enfrenta a una encrucijada. España, como muchas otras economías europeas, deberá decidir si continúa apoyándose en sus pilares tradicionales o si, como sugiere el contexto, ha llegado la hora de construir otros nuevos. "Como el turismo tiene una productividad tan baja y salarios tan bajos, esto influye en el poder adquisitivo de la población. A partir de la pandemia hubo un cambio de chip. La ciudadanía quiere moverse, salir, divertirse. El problema que puede venir es que una persona puede tener muchas ganas de irse de vacaciones, pero puede que la renta no le acompañe", ha explicado.

El economista ha cerrado su intervención afirmando que está en contra del turismo de baja calidad, de bajo nivel. "Es decir, un turismo como el de la Costa Azul o La Riviera lo entiendo, pero un turismo masificado que deja un gasto bajo, a largo plazo implica una insostenibilidad. Durante la pandemia, aquel confinamiento hizo que se replanteara a nivel nacional el modelo de producción español. Pero cuando vino el rebote, nos dimos cuenta de que el turismo estaba generando el 13% de PIB. Generar una unidad de PIB via turismo es mucho más barato que hacerlo por vía de la Industria aunque a largo plazo, esta última sea más rentable. La baja inversión en turismo deja huella", ha finalizado.