Bienaventurados
Santidad, aquí nos tiene: los mansos de la Tierra. La gente que traga con todo, que ofrece la otra mejilla ante las bofetadas del poder y las empresas, que se humilla ante cualquier ofensa

Barcelona
Yo, respetuosamente, querría recomendarle al nuevo Papa León que no se crea algunas cosas que se dicen por ahí. Se dice, por ejemplo, que los españoles nos hemos descristianizado. Y no es verdad. O no es verdad del todo.
Vale, Su Santidad, no somos muy de ir a misa, salvo en bodas, bautizos y funerales. De acuerdo con eso. Y tenemos bastante propensión a la blasfemia, pero comprenda, Su Santidad, que sólo es una forma de hablar. Es que si nos quitan lo de relacionar la defecación con Dios, la Virgen y todo lo sagrado, nos quedamos sin vocabulario.
No haga caso de nuestra idiosincrasia, Su Santidad, porque como usted sabe muy bien, con toda su infalibilidad, el fondo importa más que las formas.
Y en el fondo, Su Santidad, aquí en España somos buenos cristianos. ¿Se acuerda Su Santidad del Sermón de la Montaña? Perdone la pregunta, cómo no va a acordarse. En ese sermón, Jesús dice: “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra”. Pues bien, nosotros somos siempre mansos, aunque no heredemos nunca nada.
Usted que todo lo puede, Su Santidad, dese una vuelta por España y visite los aeropuertos, las estaciones de tren, los consultorios de la Seguridad Social, y no verá otra cosa que mansedumbre. ¿Que hay retrasos eternos y nadie informa de nada? La gente, mansa. ¿Que te hacen pasar la noche tirado en el suelo? Ni una protesta. ¿Que tienes un bulto raro en el pecho y el Seguro te da cita para 2027? Pues un silencio que casi equivale a un “Alabado sea Dios”.
Santidad, aquí nos tiene: los mansos de la Tierra. La gente que traga con todo, que ofrece la otra mejilla ante las bofetadas del
poder y las empresas, que se humilla ante cualquier ofensa. En fin, más bienaventurado no se puede ser.
Le pediría por último, Su Santidad, que rece por nosotros. Y que rece por nuestra salvación. Porque, Su Santidad, de tan mansos estamos a punto de convertirnos en gilipollas.
Me llamo Enric González. Les deseo a ustedes un beatífico día.