El bloqueo de Israel en Gaza matará de hambre a medio millón de personas
Unicef trata en Gaza a niños “con la piel pegada a los huesos” que pesan la mitad de lo que deberían, debido al bloqueo de suministros impuesto por Israel hace más de dos meses

Unos 2,1 millones de gazatíes, casi el total de la población, se encuentran en riesgo de hambruna, según el CIF (Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases). El bloqueo de suministros impuesto por Israel en la Franja de Gaza hace más de 70 días deja a al menos medio millón de personas en riesgo de morir de hambre y cada vez más niños se están viendo afectados. Es la peor ofensiva de Israel contra Gaza desde la ruptura del alto el fuego en marzo.
“Todas las estanterías de todos los mercados están vacías”, ha constatado el director de comunicación de UNICEF de Estado de Palestina Jonathan Crickx. La escasa comida que pueden encontrar tiene los precios disparados. “Una bolsa de cinco kilos de patatas cuesta 70 euros, por ejemplo. Una bolsa de 5 kilos de tomates cuesta aproximadamente 45 euros. Y la mayoría de las familias no pueden permitírselo”.
UNICEF ha tratado a más de 11.000 menores que sufren de malnutrición aguda desde principios de año, con un crecimiento notable del número de afectados entre marzo y abril. Uno de ellos es Osama, un niño de cuatro años. Crickx lo conoció en su visita al hospital Nasser, en Jan Yunís. Un niño de su edad debería pesar 15 o 16 kilos, pero Osama pesa solo ocho. “No tenemos suficiente alimento terapéutico nutritivo para tratarlo”, lamenta el trabajador humanitario. “Y lo mismo ocurre con otros bebés que ví allí. Siwa, de cinco meses, no podía llorar por lo débil que estaba. Tenía la piel pegada a los huesos”. Son casos evitables que se podrían tratar con los suministros nutricionales adecuados, insiste Crickx.
Desde el inicio de la guerra hace más de un año y medio, más de 53.000 palestinos han sido asesinados, una cifra aún mayor si se suman los gazatíes desaparecidos. Pero más allá de los constantes bombardeos, en una zona tan densamente poblada como Gaza, la falta de gestión de las aguas residuales y del tratamiento de residuos es también culpable de algunas de esas muertes. “Hay miles y miles de personas que viven en tiendas de campaña improvisadas con dos colchones en el suelo, ennegrecidas por la humedad, cubiertas con plásticos y en las que apenas hay un par de platos... el acceso a los baños es muy limitado. El acceso al agua potable es muy limitado y los niños tienen hambre”, describe Jonathan Crickx. Esta situación insalubre provoca enfermedades como la diarrea crónica o la hepatitis A.
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Se trata de niños que, en muchos casos, han sufrido traumas psicológicos importantes. Como la pequeña Misc, de 11 años. UNICEF la trató de las quemaduras que ocupaban casi todo su cuerpo, pero sus daños eran mucho más profundos. “En el ataque a su casa de horas antes perdió a toda su familia, a todos excepto a su hermana pequeña”, cuenta Crickx. “Calculamos que casi todos los niños de Gaza, más de un millón, necesitan apoyo psicosocial y apoyo a su salud mental”, asegura.
“Hay una increíble y terrible sensación de desesperación” en la Franja, explica el trabajador humanitario. “Han visto cosas que ningún niño debería ver y han pasado por cosas por las que ningún niño debería pasar”. Por eso anima a todas las partes en el conflicto a liberar a todos los rehenes para asegurar un alto el fuego y restablecer la ayuda humanitaria.
La Corte Penal Internacional (CPI) está investigando si los crímenes de guerra cometidos por Israel en Gaza constituyen un genocidio, algo que llevará años en determinarse. Mientras tanto, ha surgido un último desafío a la legalidad internacional: el plan aprobado por el Gobierno israelí para conquistar Gaza. Ante esto, de acuerdo con la magistrada de la CPI Reine Alapini-Gansou, “ya tenemos las herramientas universales, regionales”, y ahora “tenemos que ver qué estrategias podemos adoptar para luchar mejor”, porque “sigue existiendo una voluntad de lucha contra la impunidad”.
La juez asegura que los derechos humanos son “un ideal que hay que alcanzar”, por eso no pierde la esperanza. Cree que no hay una involución, sino que se requiere “un esfuerzo constante de los actores políticos, la sociedad civil y los defensores de los derechos humanos”.




