Maruja Torres, más contundente que nunca ante lo visto en el Congreso de los Diputados: "Pagaré gustosamente mis impuestos"

Madrid

Es bueno, pero es tarde. Es bueno, pero es poco. Es bueno, pero no tan bueno como sería, como debería ser. Debería emprenderse ya (y perezosamente parece que algunos países se plantean un cierto desapego de lo que podríamos llamar su pasión israelí), pero falta mucho para que se imponga un bloqueo comercial, cultural y de todo tipo total a cuanto tenga relación con el Estado de Israel.

Es bueno porque si cuando se aplique esta ley contra el comercio de armas los israelíes toman represalias y nos demandan por incumplimiento de contratos, pagaré gustosamente con mis impuestos, y sé que muchos españoles también lo harán, la parte de la multa que me corresponda y ese gesto me permitirá, nos permitirá dormir más tranquilos.

Pero la profundidad de nuestro buen dormir no importa ni importará porque ya es tarde, es tarde incluso para la esforzada esperanza del pueblo palestino, puesta a prueba a lo largo de las décadas por sus colonizadores, opresores y genocidas.

Todo cuando ocurra a partir de ahora, que será con cuenta gotas si es que ocurre algo, llegará muchos asesinados más tarde, muchos niños menos más tarde, muchas mujeres borradas de la faz de la tierra más tarde, mucho más tarde para la misma tierra.

Ayer estuve siguiendo la sesión del Congreso y prácticamente me desplomé cuando el señor de Junts per Catalunya dijo que apoyaba la proposición de ley. El hemiciclo podría haber estado más lleno, y yo debería estar más alegre porque se haya aprobado la iniciativa de una ley que, como alguien dijo, es "a favor de la vida". Pero cuántas vidas más tarde, señorías.