La serie de errores que acabaron derivando en uno de los inventos más famosos del siglo XX: así surgió el corrector líquido
Bette Nesmith Graham cambió la industria para siempre

La serie de errores que acabaron derivando en uno de los inventos más famosos del siglo XX: así surgió el corrector líquido
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Madrid
Hace ya varias décadas, concretamente en el año 1951, la secretaria Bette Nesmith Graham inventaba el corrector líquido en Texas (Estados Unidos). Y lo hizo por necesidad, porque eso de la mecanografía no se le daba del todo bien y a su jefe no le gustaban ni un pelo los errores. Así nos lo ha contado nuestra compañera Irene González-Higuera en un nuevo programa de El Faro, donde nos ha explicado el origen del que sin duda alguna es uno de los inventos más famosos del pasado siglo XX. Como te hemos explicado con anterioridad, la historia de este invento nos remonta a la década de los 50.
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Allí nos encontramos con Bette Nesmith Graham. Una joven, de apenas 27 años de edad, que trataba de sacar a su familia adelante trabajando como secretaria en el Texas Bank and Trust. Tras un matrimonio fallido, esta tuvo que meterse a trabajar en el banco local para poder sacar adelante a su hijo como madre soltera. Sin embargo, los inicios no fueron ni mucho menos sencillos para ella porque la mecanografía no era uno de sus fuertes y su jefe era uno de los que no pasan ni un falta.
La fórmula secreta de Bette Nesmith
Más aún después de que el banco cambiara las máquinas de escribir con las que trabajaba por unas nuevas: "El día que trajeron nuevas máquinas de escribir, con teclas mucho más sensibles que las anteriores, los errores se empezaron a acumular". En ese momento, y dado que Bette Nesmith Graham no quería cometer ni un solo error que pudiera condenarle en la empresa, decidió buscar una solución: "Bette, que era hija de artistas, sabía que cuando los pintores se equivocaban lo pintaban de blanco y seguían adelante".

De ahí que la artista decidiera replicar esta técnica en su trabajo: "Un día puso un poco de pintura blanca en una botella de agua, cogió un pincel de acuarelas y se lo llevó al banco". Y a los jefes no es que les entusiasmara mucho la idea, pero acabaron aceptándola por el clamor popular: "Durante cinco años estuvo usando su corrector en la oficina con la mayor discreción posible, porque los jefes no lo veían con buenos ojos. Pero sus compañeras también querían tapar sus errores. Poco a poco fue mejorando su formula con una batidora y, junto a uno de los profesores de química del instituto de su hijo, acabó desarrollando la fórmula definitiva".
Una empresa multimillonaria
Y fue un auténtico éxito: "A finales de los años 50 comenzó a comercializar su corrector liquido bajo el nombre Mistake Out". Sin embargo, a medida que pasaron los años, decidió cambiar el nombre el producto por Liquid Paper, nombre que mantiene a día de hoy: "La empresa pasó de la casa de Beth a una cocina portátil. Después se mudaron a una casa de cuatro habitaciones para finalmente establecer su primera sede en Dallas".
Gracias a ello, Bette Nesmith Graham acabó convirtiéndose en la gran referente de un sector incipiente: "En 1968 crea una planta automatizada y en 1975 ya producía 25 millones de botellitas con sedes de producción internacionales tanto en Toronto como en Bruselas". Pasó de no tener prácticamente dinero a pasearse sus joyas en un Rolls-Royce: "Al final terminó vendiendo su empresa por 47,5 millones de dólares y usó ese dinero para crear algunas organizaciones benéficas. Una labor que heredaría su hijo, Michael Nesmith, miembro de la banda the rock The Monkees y responsable de temas tan icónicos como I'm a believer.

David Justo
(Astrabudua, 1991) Periodista especializado en tecnología que aborda la vida digital desde otro punto...




