Si tu coach fuera Sócrates

En el nuevo ensayo Sócrates al descubierto, la filósofa Agnes Callard recupera la práctica socrática para el mundo moderno. Este método, también conocido como mayéutica, consiste en profundizar a través del diálogo para llegar a la verdad —o al menos al fondo de una cuestión— descartando lo que es falso.

Con la escusa de este nuevo ensayo, Miralles recupera un ejemplo incluido en Homo Solver —libro del que hablamos hace un par de semanas— que se llama "el método de los cinco porqués". Se trata de definir, de una manera clara y concreta, el problema que se quiere resolver.

Por ejemplo, si quieres saber por qué siempre llegas tarde al trabajo, has de responder por qué cinco veces. ¿Por qué siempre llego tarde al trabajo? Porque salgo tarde de casa. ¿Por qué salgo tarde de casa? Porque no estoy listo a tiempo. ¿Por qué no estoy listo a tiempo? Porque la noche anterior no dejo preparadas las cosas. ¿Por qué no preparé las cosas? Porque estuve mirando la televisión hasta la madrugada y me acosté tarde. ¿Por qué estás viendo la televisión hasta la madrugada? Porque no tengo una rutina nocturna bien definida, y me falta aplicar criterio a la gestión del tiempo libre. Respondiendo a estas cinco preguntas llegarás a la causa más profunda del problema, que es donde se halla la solución.

Acerca de la más célebre máxima socrática —solo sé que no sé nada—, Agnes Callard opina que la frase no es un vacuo gesto de escepticismo, sino un plan de vida. Según la filósofa, ese plan de vida implica, por un lado, asumir que no hay verdades absolutas, y que eso te libera de "llevar la razón". Por otro lado, conlleva entender que el aprendizaje humano no tiene fin, y que nos estamos formando todo el tiempo. Y, por último, cultiva lo que el budismo zen llama "mente de principiante": cuando vas sin prejuicios ni condicionamientos, te permites a ti mismo comprender las cosas de manera ingenua.

Saber que no sabes nada, por lo tanto, te permite penetrar de manera mucho más profunda en cualquier cosa. Esto nos recuerda los tres filtros de Sócrates: la verdad, la bondad y la utilidad. Para el fundador de la filosofía occidental, antes de hablar, opinar o escuchar, siempre deberíamos reflexionar si la información que vayamos a compartir sea veraz, beneficiosa y necesaria.