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Ángela Quintas explica por qué al comer por ansiedad el cuerpo pide "algo que cruja": "Producen un subidón"

La experta en nutrición analiza en detalle el "hambre emocional"

Ángela Quintas explica por qué al comer por ansiedad el cuerpo pide "algo que cruja": "Producen un subidón"

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¿Quién no se ha tomado una chocolatina o un helado un día que no iba como uno quería? Es imposible que no se nos venga a la mente la escena de Bridget Jones comiendo helado, envuelta en un edredón, para intentar sobreponerse a la tristeza de sus fracasos amorosos. Y es que, el estrés, el cansancio o el estado anímico pueden interferir en nuestra alimentación con algo que se conoce como "hambre emocional". ¿Pero debemos darle a nuestro cuerpo lo que nos pide en este tipo de situaciones?

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En ocasiones, encontramos en la comida el bienestar que no encontramos en el exterior o el mecanismo para obtener un placer a corto plazo. Es por eso que, en esos momentos tan emocionales, solemos recurrir a alimentos calóricos y grasos. ¿Cómo podemos identificar esta hambre y por qué solemos comer alimentos poco nutritivos? Para resolver estas dudas, Aimar Bretos ha invitado a Hora 25 a la experta en nutrición Ángela Quintas.

Lo más importante, señala, es saber escuchar el cuerpo, porque "te da muchas señales de lo que necesitas", pero no siempre hay que darle lo que pide. Diferenciar entre el "hambre real" y el "hambre emocional" es fundamental. Mientras que el primero es fisiológico, es decir, surge cuando nuestro cuerpo necesita un recargo de energía, porque "los niveles de glucosa en sangre están desplomados", el segundo responde a nuestros sentimientos.

El problema llega cuando hacemos caso a ese "hambre emocional" que aparece cuando tenemos que dar respuesta a emociones intensas. "El hambre emocional es el "he tenido un día horrible, me lo merezco", o "he tenido un día maravilloso, vamos a salir a celebrarlo"", explicaba Quintas. La experta ha afirmado que, cuando los niveles de cortisol se disparan, las personas suelen tender a comer alimentos "que crujan".

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Las entrevistas de Aimar | Ángela Quintas

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Las palomitas, las patatas fritas o incluso los caramelos, son ejemplos perfectos de estos alimentos a los que recurrimos cuando tenemos "hambre emocional". "Todos estos alimentos muchas veces son ultraprocesados, son ricos en grasas, ricos en azúcares, te producen un subidón tan grande que, por eso, estamos enganchados. Este tipo de alimentos son muy palatables, incluso a veces desprenden olor. Cuando tú abres una bolsa de patatas fritas, la bolsa cruje y ese olor a patata frita te tiene totalmente enganchado"; describía.

De igual forma, el helado se ha convertido en el aliado para superar los momentos de tristeza por su gran aporte de azúcar. Aunque, reconoce Ángela Quintas, la influencia de películas es enorme, por lo que también tiene una justificación cultural.

 

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