¿Qué ocurrió con Pa Nam en 1988?
Juzgado de Guardia investiga el biopic del vuelo 103: 'Lockerbie: en búsqueda de la verdad'

La semana pasada, hablando sobre delitos cometidos en un avión, Félix Martín aclaró que no es lo mismo que un avión esté en vuelo o que haya aterrizado, y que, en casos de peligro, la tripulación asume la competencia de policía aérea. En el Juzgado de Guardia de hoy, el análisis ha sido sobre delitos aeronáuticos propiamente dichos.
Los delitos aeronáuticos pueden ser de dos tipos. Por un lado, están los delitos específicos del ámbito de la aeronáutica: contra la seguridad de la nave, contra el tráfico aéreo, etc. Por otro, los delitos comunes que se producen en el ámbito de la aviación: hurtos, robos, lesiones, agresión sexual, etc. Además de esas conductas delictivas, también hay conductas que constituyen infracciones administrativas que conllevan sanción económica —y que podrían convertirse en delito si fuesen muy graves—.
Generalmente, el uso del teléfono móvil está prohibido en pleno despegue o aterrizaje, porque puede emitir señales que interfieran con la navegación y los propios sistemas informáticos del avión. Por eso, existen casos en los que se ha expulsado y multado a personas por efectuar llamadas desde la cabina en pleno despegue. Si el infractor se mantiene en su actitud, su conducta podría convertirse en un delito penal de desobediencia.
Fumar o emborracharse en un avión también se considera un comportamiento que puede conllevar una sanción económica. La tripulación puede negarle el acceso a un pasajero que está ebrio antes de subirse a bordo y, en el caso de que se haya emborrachado durante el vuelo, podría realizarse una parada inesperada en un aeropuerto cercano —en este caso, la aerolínea podría tomar acciones legales contra el pasajero—.
La sedición aérea, asimismo, también puede convertirse en un delito sancionable. El año pasado, por ejemplo, la Audiencia Provincial de Baleares condenó a 17 pasajeros por el aterrizaje forzoso de un avión en el Aeropuerto de Palma en 2021. Los condenados admitieron que se pusieron de acuerdo a través de una red social para que uno de ellos fingiera un ataque diabético durante el vuelo de Marruecos a Turquía, con la finalidad de provocar un aterrizaje de emergencia en España y poder entrar de manera ilegal al país.
Pero hay delitos aeronáuticos aún más graves, como el secuestro, el derribo o el impacto deliberado de aeronaves. Entre 1968 y 1972, por ejemplo, se produjo una gravísima crisis con constantes secuestros de aviones: se contabilizaron 326 intentos de secuestros, la mayoría en Estados Unidos. Aproximadamente, un secuestro cada semana.
En los casos de derribo de aeronaves o de hacerlas estrellar intencionadamente, se presentan supuestos diferentes. En los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono de Estados Unidos en el 11-S, confluyen varios elementos —secuestro de avión, asesinato de pasajeros, utilización del avión como arma, provocación de conflictos políticos—, y es difícil imaginar un efecto terrorista de mayor magnitud.
Otros casos relevantes son el derribo de un avión de Malaysia Airlines en 2014 por los rebeldes prorrusos en el este de Ucrania —con 300 fallecidos—, o la desaparición de otro avión de la misma compañía, el mismo año, en el Océano Índico —con 250 fallecidos—. El siniestro de Germanwings en 2015 también generó un gran debate: el copiloto, que estrelló deliberadamente un avión que volaba de Barcelona a Düsseldorf con 150 personas a bordo, padecía graves problemas psicológicos. Aquella tragedia dejó al descubierto una realidad incómoda que había permanecido silenciada durante décadas: la salud mental de los pilotos y el estrés asociado a esta profesión, que se caracteriza por un nivel de exigencia muy alto.
Atentado de Lockerbie
En 1988 el Vuelo 103 de Pan Am se estrelló en la localidad de Lockerbie, a raíz de una bomba que estaba colocada a bordo de la aeronave. Las consecuencias del atentado fueron la muerte de los 259 pasajeros y tripulación que viajaban en él, además de la muerte de 11 residentes del pueblo escocés, al caer los restos del avión sobre esta localidad.
El atentado de Lockerbie es catalogado hasta hoy como el "mayor incidente terrorista" ocurrido en Reino Unido, y el segundo ataque aéreo más mortífero de la historia de Estados Unidos, solamente superado por el 11S. Fue una de las investigaciones más complejas de la historia, que finalmente se formalizó en 1991 con la acusación contra dos ciudadanos libios: un agente de la inteligencia libia y jefe de seguridad de la empresa Aerolíneas Árabes Libias, y el director de la sucursal de la aerolínea en el aeropuerto de Malta.
Para que ambos acusados fueran puestos a disposición de la justicia británica, tuvieron que pasar muchos años. Como Reino Unido y Libia no tenían relaciones diplomáticas, los inculpados se refugiaron en su país, hasta que en 1999 consiguieron la entrega de los acusados, mediante sanciones diplomáticas y económicas de la ONU contra Libia y las prolongadas negociaciones con su líder. Pasaron 10 años y medio desde el atentado.
Este atentado tuvo consecuencias en cuanto a medidas de seguridad aéreas. Toda catástrofe aérea es investigada a posteriori desde la óptica de seguridad, y tras esta catástrofe hubo dos enseñanzas fundamentales.
La investigación permitió estudiar y comprender cómo se comporta la onda expansiva de la explosión de una bomba en el interior de un avión, pero también provocó un cambio en la normativa aérea: a partir de entonces no se permitiría que un equipaje viajase sin viajero. Efectivamente, la maleta donde estaba alojada la bomba no se correspondía con ningún pasajero.
Además, llovía sobre mojado. Tres años atrás, otro Boeing 747 —mismo modelo de avión— sufrió un atentado muy similar y, a raíz de aquello, se hizo obligatorio que no hubiera ninguna maleta a bordo del avión si no había subido también a él su propietario. Sin embargo, en aquel momento no era algo que muchas aerolíneas se tomaran demasiado en serio.
Tras la tragedia de Lockerbie las autoridades comenzaron a exigir a todas las compañías aéreas que sus aviones se quedaran en tierra hasta que pudieran sacar del avión cualquier equipaje que no correspondiera a un pasajero en concreto. Si Pan Am hubiera hecho esta comprobación, la maleta nunca habría viajado a bordo del Vuelo 103. Esto provocó que la aerolínea fuera condenada por negligencia en un procedimiento civil posterior, y obligada a indemnizar económicamente a los familiares de las víctimas. Tras el accidente y la resolución judicial, Pan Am se declaró en quiebra y cesó operaciones.




