Habla desde el exilio la periodista nicaragüense Maryorit Guevara: "Publicaron la dirección de mi casa y llamaron a las turbas del régimen a atacarme"
Amenazada de muerte y violación por su trabajo crítico con la dictadura en Nicaragua, Guevara es un ejemplo de la persecución y señalamiento a la prensa que no deja de crecer en todo el mundo

El deterioro de la libertad periodística es un fenómeno al alza en todo el mundo, tal y como acredita Reporteros sin Fronteras. Con motivo del Día del Refugiado, que se conmemora el próximo viernes 20 de junio, la organización pone el foco en el éxodo de los periodistas. Es una situación que conoce bien Maryorit Guevara, periodista nicaragüense refugiada en España desde el 1 de enero de 2019.
Guevara viene de uno de los países más beligerantes contra la prensa y se vio forzada a huir de su país a petición de su familia el 24 de diciembre. “Comencé a recibir amenazas de muerte, amenazas de quemarme mi casa, de violarme y de asesinar a mi hijo”, que entonces tenía cuatro años, cuenta.
En Nicaragua colaboraba con el medio digital ‘Artículo 66’, donde hacían un programa satírico crítico con el Gobierno de Daniel Ortega. Su pesadilla comienza a raíz de las protestas sociales por la reforma de la ley de la Seguridad Social. Junto a sus colegas, había realizado un programa “sobre la base de investigaciones de medios como la Prensa, el Confidencial y el Nuevo Diario, sobre qué había ocurrido para llevar a la quiebra el Instituto de la Seguridad Social y qué significaba que se hicieran estas reformas que incrementaban los pagos para ancianos que reciben pensiones de 100 dólares y que iba a aumentar la edad de jubilación”, asegura. Su vídeo se hizo viral y el régimen la puso en la diana.
“Incluso llegaron a publicar la dirección de mi casa y hacer un llamado a las turbas del régimen de Daniel Ortega para que llegaran a atacarme a mi casa”, recuerda la periodista. El discurso de odio permanente contra todos los disidentes por parte de Rosario Murillo alimentaba a sus fanáticos, que “se ensañaron con los periodistas”. Sus vecinos le enviaban mensajes de ánimo, asegurándole que ellos la defenderían si venían a hacerle algo. “Era un momento tan convulso… la sangre estaba derramada en la calle”. Según Guevara, por entonces ya se contabilizaban más de 350 asesinatos y crímenes de lesa humanidad.
El señalamiento a los medios de comunicación por parte del régimen pasó por acusarlos de formar parte de un supuesto golpe de Estado, asegura Guevara. “Esa fue la narrativa que utilizó la dictadura de Daniel Ortega y de Rosario Murillo, y que sigue utilizando, porque no han salido de ahí, para criminalizar a toda voz crítica”. Acusaban a los periodistas que informaban de lo que no les interesaba de recibir dinero de Estados Unidos, algo que la periodista, colaboradora voluntaria de una plataforma independiente, niega rotundamente.
Las intenciones de Ortega eran claras desde su llegada al poder en 2007. “Dijeron que iban a instaurar una comunicación incontaminada, y eso significa que no había crítica ni fiscalización al poder por ningún lado”, explica Guevara. Nicaragua cuenta con una ley de acceso a la información pública que “nunca ha sido efectiva”, como prueban las múltiples solicitudes sin respuesta. Sus ataques a la prensa han ido más allá de lo físico, también son ataques a sus familias, o la pérdida de la nacionalidad, la no renovación de su pasaporte… “nos dejan en unas condiciones de desprotección en el exilio”, denuncia Guevara.
En el corazón de esta estrategia para eliminar a la prensa crítica, se habla de la escuela cubana. Sin embargo, Maryorit Guevara cree que en su país la situación se ha llevado al extremo. “Tenemos casi 300 periodistas exiliados para un país de 6 millones de habitantes”, alerta, “en Nicaragua ya no quedan espacios de periodismo independiente”. La dictadura acabó también con la escuela de Periodismo, la antigua Universidad Centroamericana en la que Guevara enseñaba Comunicación Social, y confiscó las instalaciones de varios medios, arrestando a algunos colegas.
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“Tenemos una colega desaparecida, y tenemos colegas que ya estaban jubilados y que tienen casa por cárcel en Nicaragua”, subraya la periodista. A otros colegas se les ha retirado la nacionalidad, como ha ocurrido con antiguos presos políticos y defensores de derechos humanos. Guevara cuenta más de 300 personas desnacionalizadas. Muchos consiguieron asilo y nacionalidad en otros países como España, pero algunos están en situación de apatridia.
Desde España, Guevara dirige ahora la plataforma digital con perspectiva de género www.lalupa.press, un medio fundado por periodistas nicaragüenses exiliados en el que publican a diario como parte de su lucha por sobrevivir y combatir la censura que les impuso la dictadura en su país y las violaciones a los derechos humanos. Su lamento es no poder hacer su trabajo como hasta ahora, en la calle y hablando con la gente en su comunidad, por eso todo su trabajo se dirige a poder regresar a Nicaragua.




