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La psicología del calor

Francesc Miralles investiga sobre las consecuencias psicológicas que tiene el agobiante calor que nos azota

La psicología del calor

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La temperatura afecta al estado de ánimo y a la conducta humana. Ahora que estamos a las puertas del verano, veamos de qué manera nos influye el calor a través de tres grupos de síntomas:

El primero de los grupos de síntomas está compuesto por la somnolencia, la apatía y la desconcentración. Como el motor de un coche que se sobrecalienta y nos invita a parar antes de sufrir una avería, un exceso de calor hace que nos movamos con fatiga y que pensemos más lentamente. Por eso es frecuente que sintamos falta de productividad y de concentración, que suelen ir acompañadas de decadencia anímica. Esto es así porque el cuerpo concentra toda su energía en compensar las altas temperaturas —por ejemplo, a través de la transpiración— y su capacidad de respuesta se ralentiza.

En el segundo grupo encontramos síntomas como la irritabilidad y los cambios de humor. Varios estudios demuestran que los climas templados, o incluso los fríos, ayudan a una mejor regulación emocional. El calor hace que reaccionemos de manera agresiva mucho más rápido y, de hecho, según las estadísticas, aumenta un 20% la probabilidad de tener un accidente de tráfico.

Las altas temperaturas también disparan los crímenes, dando trabajo a nuestros detectives. Recordemos la excusa que dice en el juicio Meursault, el protagonista de El extranjero de Camus, que cuando le preguntan por qué disparó contra un hombre en una playa argelina, responde, sin añadir más razones: «Hacía mucho calor». Un estudio llamado «Asociación positiva de la agresión con la temperatura ambiente» concluyó, tras el análisis de los reclusos, que la violencia entre ellos aumenta un 18% en los días de más calor y otra estadística arroja que, a partir de ciertas temperaturas y en poblaciones sensibles, el riesgo de cometer un asesinato aumenta un 1.4% por cada grado centígrado que aumenta

Finalmente, en el último grupo de síntomas aparecen el insomnio o el sueño superficial. Si no disponemos de una habitación fresca, el sudor y la vasodilatación promovidas por el calor aumentan la frecuencia respiratoria y cardíaca, lo cual dificulta el sueño. Se calcula que un 40% de las personas tendrán serias dificultades para dormir en un entorno demasiado caliente. De hecho, se considera que la temperatura ideal para dormir está en el rango entre los 15 y los 19 grados.

Como combatir los golpes del calor

La principal recomendación es mantener una buena hidratación, incluso si no tienes sed.

Por otro lado, es importante tener clara una serie de premisas antes de ir a dormir. Es aconsejable no consumir alcohol -pues tiene un efecto deshidratador- y no hacer deporte justo antes de ir a dormir, pues el cuerpo se calienta con el movimiento. También es interesante no cenar en exceso, ya que una cena demasiado abundante conlleva una digestión pesada, que hará que el cuerpo se caliente intentando digerir la comida.

Finalmente, es muy recomendable usar ropa de cama fina de algodón o lino, que permita transpirar y nos mantenga toda la noche lo más frescos posibles.

 

 

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