"Solo puede estudiar uno": la historia de Campo Vidal que resume una España que ha quedado atrás
El periodista Manuel Campo Vidal reconstruye una historia familiar de renuncia y solidaridad que refleja los valores de una España rural de posguerra

"Solo puede estudiar uno": la historia de Campo Vidal que resume una España que ha quedado atrás
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Durante una reciente entrevista en Por el principio de la SER, el periodista Manuel Campo Vidal recordó una escena familiar que retrata los sacrificios cotidianos de una generación marcada por la posguerra. Con emoción, relató cómo su abuelo paterno, dueño de una fábrica de harina, reunió un día a sus hijos para comunicarles una decisión difícil: "Solamente puede estudiar uno, el otro se tiene que quedar conmigo aquí trabajando". La hija mayor, Araceli, ni siquiera fue tenida en cuenta: "La mujer estaba excluida de la hipótesis", recordó, reflejando los estrechos márgenes que imponía la sociedad de entonces.
Fue entonces cuando su padre, el mayor de los hermanos, eligió quedarse en la fábrica para que su hermano pequeño, Luis, pudiera estudiar. "Mi padre era una gran persona y muy generoso, lo fue siempre", afirmó Campo Vidal. "Dijo: 'Que estudie mi hermano' y así fue. Luis terminó un peritaje eléctrico y siempre adoró a mi padre por ese gesto".
El periodista quiso subrayar que aquella renuncia no fue un sacrificio puntual, sino una forma de vida. "Mi padre se quedó en la fábrica, pero no como un peón más y mi abuelo, poco a poco, le fue dejando espacio". Y añade que "él era quien realmente la manejaba: desde mover la maquinaria hasta acordar con los agricultores de varios pueblos que traían el trigo", explicó.
Campo Vidal también compartió un pasaje de unas memorias inéditas escritas por su padre. En ellas, se relata cómo, durante una sequía que asoló la comarca durante dos años consecutivos, la fábrica decidió adelantar harina a los agricultores que no podían moler su grano. "Tenían harina acumulada, sin salida, y se la dieron a los agricultores sin contrato, sin notario, solo con la palabra, y les dijeron: 'Ya me lo devolverás en trigo cuando crezca y puedas'. Y así fue, probablemente salvaron a mucha gente de pasar hambre", contó con orgullo.
El periodista también reflexionó sobre el valor de la palabra dada en aquella época: "No había papeles, pero había confianza y comunidad, unos valores que hoy hemos perdido en gran parte".
Más allá del relato familiar, Campo Vidal dejó entrever una crítica serena, pero firme a la pérdida de ciertos valores: "Esa España ya no existe, era dura, sí, pero también solidaria. Había una ética del esfuerzo, del compromiso, del cuidado mutuo; hoy vivimos más cómodos, pero no sé si más conectados", concluye.




