Rakel Camacho: "La violencia está en nuestras unidades familiares porque son representaciones de un sistema político"
Camacho es la primera mujer en dirigir 'Fuenteovejuna' en la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Con esta obra de Lope de Vega, atravesada por la violencia contra la mujer, empieza una nueva edición del Festival de Almagro

Este jueves comienza la 48ª edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro y lo hace con Fuenteovejuna, de Lope de Vega. Rakel Camacho cierra una temporada sin apenas desaparecer del cartel. Empezó el verano pasado con La Paz de Francisco Nieva en el Festival de Mérida; continuó con El cuarto de atrás, de Carmen Martín Gaite, en lo que supuso el regreso a los escenarios de Emma Suárez; y poco después estrenaba Las amargas lágrimas de Petra von Kant, de Fassbinder, con Ana Torrent interpretando a la diseñadora de moda.
Fuenteovejuna es un encargo que le ha hecho Laila Ripoll, la directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico que esta temporada, presentando Natacha en La Hora Extra, ya nos decía que tenía ganas de desembarcar con su nuevo equipo y programación en Almagro, tras la salida de Lluís Homar de la CNTC. Camacho se convierte así en la primera mujer en dirigir Fuenteovejuna en la compañía, "toda una declaración de intenciones por parte de Laila y un órdago", dice, "aunque me muevo bien en los retos".
Este lo es, es puro cine de acción, advierte la directora, que ha vuelto a contar con María Folguera para escribir la versión, como ya hizo con El cuarto de atrás. La mirada femenina de las dos atraviesa la obra, "porque está en el trabajo de la mujer o en la mujer desplazada de la autoridad. Dejadme entrar que bien puedo si no a dar voto, a dar voces, dice Laurencia. Eso es sufragio". Dice Camacho que ha puesto el foco en que la violencia es hacia las mujeres, pero también hacia las personas sensibles, que están por debajo y que no se defienden. Personas que forman parte del mundo femenino, como es el caso de Mengo, interpretado por Alberto Velasco".

Cartel de 'Fuenteovejuna', dirigida por Rakel Camacho / CNTC

Cartel de 'Fuenteovejuna', dirigida por Rakel Camacho / CNTC
Publicada en 1619, Fuenteovejuna se inspira en un hecho histórico ocurrido en 1476: la revuelta de un pueblo contra la tiranía del comendador Fernán Gómez, quien abusa de su poder con total impunidad. Y para Camacho es muy importante tener en cuenta el contexto histórico. No solo porque la guerra la hacen los hombres, "los señoros de la guerra", y la violencia la sufren las mujeres, sino porque no se puede separar la violencia de la violencia del Estado.
"Me pregunto todo el rato de dónde viene la violencia y cómo se ejerce sobre las mujeres. Primero por ley, por ley existía el derecho de pernada, es lo que pasa en esta obra en 1476, con impunidad absoluta. Hay dos tramas que convergen, la trama de las mujeres y la política, donde sucede la batalla, donde es vencido, donde pierde Ciudad Real y se presenta en la boda, se lleva a la novia y torturan al novio. No podemos separar la violencia del Estado. La violencia está en nuestras casas, en nuestras unidades familiares, porque son representación de un sistema político".

"A las fáciles mujeres quiero bien y pago mal", dice el Comendador, como si estuviéramos leyendo los mensajes que se intercambiaban Koldo y Ábalos sobre las mujeres. "Es que no tengo que contemporizar nada", afirma la directora que hace años interpretó a Laurencia para el proyecto de un compañero. "Para mí, el monólogo de Laurencia, que me parece espectacular e inteligentísima, es la primera denuncia. Es muy importante tener eso hoy en cuenta. Expresa, cuenta lo que le ha pasado y viene a contarlo al lugar de la autoridad, lo que hoy sería la comisaría o el ayuntamiento. Es espeluznante sentirlo desde nuestros días. Y ese monólogo me parece un resumen de toda la historia del feminismo. Empieza hablando más desde la ley, desde la opresión, hasta alzar la bandera de la libertad y del poder femenino que tiene que tomar las riendas porque la autoridad no está atajando el tema y solucionándolo".
Una invitación, concluye Rakel Camacho, a que salgamos a la calle y gritemos ¡Viva Fuente Obejuna y mueran los tiranos!, como se repite en la obra. Conecta con otra obra que nos presentaba el año pasado, Azul, sobre la violencia policial y con la que nos animaba a seguir tomando las calles, a manifestarnos contra las injusticias.
