El amor prohibido entre Angelita y el cura del pueblo, los padres de Rozalén: "Sufrimos mucho, pero valió la pena"

Madrid

La cantante manchega Rozalén siempre ha dicho que su madre Angelita es la verdadera artista de la familia. Y es que, desde que era muy pequeña, la protagonista de esta historia embelesaba a los vecinos y vecinas de Letur con su voz al mismo tiempo que trataba de sacar adelante a su familia. Sin embargo, esta no pudo dedicarse al mundo de la música como finalmente haría su hija al tener que cuidar de sus hermanos pequeños. Así lo ha contado este martes en el Hoy por Hoy, donde nos ha explicado cómo creció en el seno de una familia en la que la música siempre estuvo muy presente: "Mi sueño siempre ha sido la música y creo que nací cantando".

En declaraciones a la Cadena SER, Angelita recuerda que sus padres eran muy cantarines y que le transmitieron la pasión por la música desde que era una niña: "Yo es que oía a mi padre cantar y a mi madre cuando bordaba... y al final yo siempre iba a todos los sitios cantando". Gracias a ello, la protagonista de esta historia comenzó a desarrollar una técnica que comenzó a llamar la atención de sus maestras, quienes le aseguraban que podría dedicarse a eso de la música tras escucharla cantar villancicos en una función del colegio.

No pudo dedicarse a la música

De hecho, Angelita llegó a actuar en el Teatro Circo cuando era muy pequeña: "Me ha gustado mucho cantar, pero había pocas oportunidades. No teníamos muchas oportunidades, pero lo cierto es que había mucha alegría". La protagonista de esta historia recuerda que, cada vez que llegaban las Navidades o la Misa del Gallo, siempre aprovechaba para cantar de casa en casa y pedir algún mantecado a cambio de sus sonatas.

Pero no pudo dedicarse íntegramente a la música: "No pude hacerlo porque era la mayor de seis hermanos, tenía que ayudar a mi madre y no había ni un duro. Había que trabajar, pero he pasado una juventud muy bonita en Letur".

Amor en la iglesia

No obstante, la música siempre sería muy importante para ella. De hecho, le permitió conocer al que sería el amor de su vida: "Yo conocí a mi marido cuando fue por primera vez a Letur. Yo estaba en el coro de la iglesia y él llegó al pueblo en calidad de sacerdote". Pero tampoco ha querido entrar en detalles acerca de cómo se enamoraron: "Pues yo qué sé, hijo mío, cómo te lo voy a decir. Cómo te voy a contar esto". Lo que sí que recuerda es que fue un proceso bastante complicado: "Nos costó y sufrimos mucho".

No obstante, reconoce que "valió la pena": "Sufrimos mucho, pero valió la pena por un Francisco que vale una mina, por mi María y también por mis nietos". Por lo tanto, reconoce que volvería a hacer esto una y mil veces para poder disfrutar de la misma vida que tiene a día de hoy. Porque, a pesar de que nunca pudo cumplir su sueño de dedicarse a la música, esta siempre le ha acompañado.