La risa y el cerebro

La risa es una forma de expresar una emoción, hay quién se ríe cuando está muy nervioso, cuando tiene miedo o cuando algo le hace muchísima gracia. Incluso los bebés ya ríen antes de hablar y es algo que se entiende en todos los lugares del mundo. Da igual que no hables el mismo idioma que se te puede contagiar la risa, aunque no tengas ni idea de por qué te ríes.

Según un estudio publicado en Cortex, “la risa no solo es una reacción a algo gracioso, sino que es un fenómeno completamente social: somos hasta 30 veces más propensos a reír si estamos con otras personas que si estamos solos”. Hicieron un experimento con 3 grupos y les pusieron videos graciosos. En el primer grupo las personas veían los videos solos. En el segundo estaban con gente pero no les dejaban hablar entre ellos, y en el tercero estaban en grupo y sí podían hablar. Los resultados mostraron que daba igual si podían hablar o no, que si estaban con gente se reían más. Vamos, que el contenido en sí no es tan relevante, sino que lo puedas compartir con alguien. Cuando estamos solos tenemos un poco de “censura emocional”, no nos reímos tanto porque “¿qué pensarán de mí si me estoy riendo sola por la calle?”

Entonces la risa se considera más un reflejo social que una evaluación de lo que estamos viendo. Aunque también pueden surgir risas en solitario, aunque es menos frecuente.

Los efectos de la risa en la salud

Bueno, pues en otro estudio publicado en el NIH hicieron intervenciones (terapia de la risa, videos graciosos, payasos disfrazados…) a adultos y ancianos con ansiedad, diabetes, enfermedades cardiovasculares… y se vio que la risa reduce bastante los niveles de estrés, ya que con la risa el cerebro interpreta que no hay peligro por lo que baja los niveles de cortisol en sangre y empieza a liberar otras hormonas que nos transmiten placer, como las endorfinas o la dopamina. La risa también tenía efectos sobre la presión arterial, el dolor que sentían antes y después de reírse, incluso en los niveles de glucosa en sangre. En estos estudios hay limitaciones porque las muestras no son muy grandes y porque la gente va predispuesta, lo que puede tener una mejor percepción de lo que va a pasar.

Hay momentos en los que la risa es tan intensa que incluso sientes dolor en la tripa, cuesta respirar o saltan las lágrimas. Eso se debe que descargas toda la tensión corporal, usando muchas partes de tu cuerpo para reírte (diafragma, abdomen, aceleras el ritmo cardíaco, la respiración…) y por toda la química que libera nuestro cerebro que ya hemos mencionado antes. La sensación es parecida a la de una clase de zumba extrema y, al terminar, el cerebro activa el sistema parasimpático, que baja el ritmo cardíaco, relaja los músculos, recupera el equilibrio interno y nos da una sensación de placer y calma buenísima. Aparte a veces aprovechamos la risa para soltar la tensión emocional que teníamos contenida. Y eso libera mucho.