Las supersticiones de Sarasate que marcaron su carrera musical
Rituales, amuletos y fechas malditas: el lado más humano y supersticioso del virtuoso violinista navarro

Pablo de Sarasate, uno de los violinistas más virtuosos del siglo XIX, no solo deslumbró al mundo con su técnica impecable y su estilo elegante, sino que también fue un hombre de costumbres meticulosas y supersticiones que influyeron profundamente en su carrera artística.
Como muchos genios, Sarasate tenía sus manías. Antes de cada concierto, seguía un ritual casi sagrado: siempre se colocaba el mismo pañuelo en el bolsillo, un gesto que repetía sin falta como si se tratara de un amuleto. Las fotografías de la época, que ya comenzaban a popularizarse, lo muestran con ese mismo pañuelo, símbolo de una rutina que le proporcionaba seguridad emocional antes de enfrentarse al público.
Además, evitaba cualquier alteración en su rutina diaria. No le gustaban los cambios bruscos ni los imprevistos antes de una presentación. Era especialmente reacio a tocar en lo que él consideraba "días malos" fechas que, por experiencias pasadas, le traían malos recuerdos o en las que había tenido actuaciones desafortunadas. Si un concierto no había salido como esperaba un martes, por ejemplo, evitaba volver a actuar en martes en el futuro.
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Su relación con el violín también rozaba lo obsesivo. Sarasate era extremadamente meticuloso con su instrumento: lo limpiaba con esmero antes de cada actuación, revisaba las cuerdas y el arco al detalle. Creía firmemente que si su violín estaba en perfecta armonía con él, eso podía marcar la diferencia entre una interpretación mediocre y una memorable.
Estas pequeñas manías, lejos de ser simples excentricidades, reflejan la personalidad perfeccionista y sensible de un artista que vivía por y para la música. Aunque algunos podrían considerar estas supersticiones como triviales, en realidad formaban parte de un complejo sistema de preparación mental que le permitía alcanzar la excelencia en cada actuación.
Sarasate no solo fue un intérprete brillante, sino también un compositor que dejó un legado duradero con obras como Zigeunerweisen y Carmen Fantasy. Sin embargo, detrás del virtuosismo y la fama internacional, se escondía un hombre que necesitaba de sus rituales para enfrentarse al escenario con la confianza de quien sabe que hasta el más mínimo detalle puede marcar la diferencia.




