¿Indicio o prueba?
Juego de fin de temporada en Juzgado de Guardia

Para cerrar la temporada, Félix Martín nos propone un juego para hablar de la fuerza de los indicios. La ley reconoce la plena validez de la prueba indiciaria, y hemos jugado a descubrir qué pruebas son directas y cuáles son indiciarias. A través de casos reales, reflexionamos sobre cuándo una prueba es suficiente y cuándo puede conducir a un error irreversible.
Cuando un delincuente comete un delito lo que busca es que no haya testigos. La mayoría de las veces no hay testigos ni confesiones, pero sí hay pistas. La prueba indiciaria funciona como un puzzle: una sola pieza no dice mucho, pero si juntas varias —huellas, comportamientos, contradicciones, objetos encontrados— puedes ver el dibujo completo.
La ley dice que esos indicios, si están bien conectados y tienen lógica, valen tanto como una prueba directa. Lo importante es que lleven con claridad y sin dudas a una sola conclusión. La clave es que los indicios estén bien razonados, que no haya otra explicación posible, y que no se basen en suposiciones.
El fiscal de 'Si Amanece' recuerda un par de casos reales, uno donde se cometió un error con prueba indiciaria y otro donde se pudo llegar a condenar gracias a ella.
En 1991, Cameron Todd Willingham fue acusado por un incendio que, años después, se demostró accidental. Supuestamente, el acusado incendió su casa en Texas y mató a sus tres hijas, por lo que fue condenado a pena de muerte y ejecutado en 2004. La prueba indiciaria clave fue que los peritajes sobre el patrón del fuego sugerían un incendio intencional. Años después, sin embargo, expertos en incendios demostraron que esas "señales" eran falsas y que el fuego fue probablemente accidental. Este caso es uno de los más citados sobre pena de muerte con error judicial basado en indicios mal interpretados.
También hay casos, como el de Marta del Castillo, donde se logró una condena sin cuerpo, solo con indicios bien trabajados. En 2009 asesinaron a la adolescente, y la prueba directa era imposible porque no apareció su cuerpo. Las pruebas indiciarias clave fueron las contradicciones entre las versiones de los acusados, los restos biológicos en casa de uno de ellos y las conductas posteriores, como la fuga y las mentiras. Como resultado de todos estos indicios, Miguel Carcaño fue condenado a 20 años.




