La arquitecta: Una historia de turismo, corrupción y justicia

Barcelona / Madrid

En el corazón de Barcelona el auge del turismo trajo consigo una oscura red de corrupción que transformó la ciudad vieja en un coto de caza para especuladores sin escrúpulos: la mafia de Ciutat Vella.

Licencias irregulares, sobornos y la expulsión de los vecinos fueron el precio a pagar por convertir el barrio en un lucrativo negocio de apartamentos turísticos. Pero una arquitecta municipal, Lourdes Conesa, decidió plantar cara junto a la por entonces concejal del distrito, Itziar González.

Lo que empezó como pequeñas irregularidades en los permisos que revisaba la llevó a destapar una trama mafiosa en el ayuntamiento. Su lucha la enfrentó a poderosos intereses, a amenazas de muerte y a un sistema que la dejó completamente sola.

Más de una década después, los cabecillas de la trama están condenados, pero Lourdes sigue pagando las consecuencias: estrés postraumático, una carrera profesional truncada y una batalla legal pionera en España contra el ayuntamiento por haberla dejado desprotegida.

En 2019, la Unión Europea aprobó una directiva para proteger a quienes denuncian corrupción. Esa normativa fue una respuesta a un dato alarmante: el 81% de los europeos no denunciaría un caso de corrupción o una ilegalidad por miedo.

La trasposición de la directiva europea llegó a España en 2023, fuera de plazo y con muchas lagunas. Hasta hace poco era el único país de la OCDE que no protegía a las personas que alertan de corrupción. Alertar de un caso de corrupción tiene un precio. Y es muy alto. A veces, los héroes y las heroínas no llevan capa, sino planos, informes y miedo.