"La moto me pasó por encima": Carles Francino revive el accidente que casi le cuesta la vida
El periodista asegura que llevar casco fue lo que le salvó de un final trágico

"La moto me pasó por encima": Carles Francino revive el accidente que casi le cuesta la vida
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Carolina Iglesias pensaba que terminaría antes la temporada, pero en vistas de que tenía que hacer un programa más de Ni tan bien, la cómica y presentadora se ha dado un paseo por los pasillos de la redacción donde se ha topado con una de las grandes estrellas de la radio. Carles Francino, que ya disfruta de las vacaciones de verano, dando el relevo a Marta del Vado al frente de La Ventana, se pasó por los micrófonos del espacio humorístico.
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Una que sí que ya no está en el estudio es Chumi, la famosa técnica de sonido de quien los más fieles al programa de Iglesias habrán oído hablar miles de veces. Debido a una operación de vista está de baja, pero no por eso han querido dejar de mencionarla. La presentadora ha compartido con Francino una historia que le contó Chumi, en la que el mismísimo Alejandro Sanz le había robado un sándwich.
Carolina ha querido saber si el periodista catalán había sido también víctima de hurto por parte del cantante madrileño, pero este lo ha negado rotundamente. Eso sí, hablando de robos, Francino se ha lanzado a contar que, aunque Alejandro Sanz nunca le ha robado un sándwich, ni tampoco le ha desaparecido nada en la radio, sí que una vez le robaron su moto.
"Me robaron una moto en Tarragona. Me levanté y al ir a buscar a la Plaça Mosén Jacinto Verdaguer, ya no estaba", recuerda el periodista. Se trataba de una Ossa Yankee de 500 centímetros cúbicos, que apareció días después en Viladecans, en Barcelona, a casi 80 kilómetros de distancia de donde Francino la había aparcado inicialmente.
Era una moto con la que el periodista de la SER ha vivido muchos momentos, entre ellos, alguno que otro un poco trágico, pues confiesa a Carolina Iglesias que estuvo a punto de morir en un accidente. "Le tengo un buen recuerdo", aseguraba. Conduciendo un día por la autopista, el motor se le clavó y, aunque por aquel entonces no era obligatorio conducir con casco, Francino asegura que habérselo puesto le salvó la vida.
"La moto me pasó por encima", rememora, a la vez que reconoce que echa de menos aquellos viajes en los que, sin caso, podía sentir el aire en la cara. "Esa sensación de libertad...", afirmaba, recordando que, aun así, "hay que llevarlo". Aunque eso sí, Carles Francino tiene claro que lo suyo son los cascos discretos, de color negro mejor.




