La historia de Benidorm como joya turística empezó con los mirones y su alcalde lo sabía
Pedro Zaragoza, entonces alcalde de Benidorm, pidió a Franco legalizar el bikini para cambiar el destino turístico de la ciudad

La historia de Benidorm como joya turística empezó con los mirones y su alcalde lo sabía
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La historia del turismo en España tiene un punto de inflexión claro: los años 60. Fue entonces cuando, tras el Plan de Estabilización de 1959, el país comenzó a abrirse al exterior y a mirar el turismo como una oportunidad económica. En ese contexto, Benidorm se convirtió en el epicentro de una revolución vacacional.
El periodista Alberto Piernas Medina, redactor de la revista Traveller, lo contaba recientemente en El Faro de la SER: "Los españoles cambiaron de destino a uno al que podían ir con el 600, no necesitaban ni barco ni avión".
SEAT 600 se convirtió en el símbolo de una clase media emergente que, por primera vez, podía permitirse unas vacaciones. Pero el verdadero golpe de efecto lo dio Pedro Zaragoza, el entonces alcalde de Benidorm.
En un gesto tan audaz como visionario, subió en su Vespa y recorrió más de 400 kilómetros hasta El Pardo para pedirle personalmente a Franco que permitiera el uso del bikini en las playas de su municipio. Sabía que los turistas y los mirones vendrían atraídos por esa imagen de libertad y modernidad. Y no se equivocó. "Benidorm empieza a surgir como el superdestino turístico justo cuando se legaliza el bikini", explicaba Piernas.
A partir de ahí, la localidad alicantina se transformó en un imán para turistas nacionales y europeos. Benidorm no solo ofrecía sol y playa. "Su skyline, inspirado en los rascacielos de Le Corbusier y en la arquitectura vertical de Estados Unidos, proyectaba una imagen moderna y ambiciosa", comenta.
Era una ciudad pensada para el turismo, construida para acoger a miles de visitantes y ofrecerles una experiencia vacacional sin precedentes en España. "Era una proyección de una ciudad hecha para ese momento y para esa causa", añadía Piernas.
Tanto fue así que se llegó a promocionar como el "Nueva York europeo". Una comparación que, "aunque hoy pueda parecer exagerada, reflejaba el espíritu de una época en la que viajar era sinónimo de progreso y libertad", describe Piernas.
La cultura popular también recogió este fenómeno. En Cuéntame cómo pasó, la familia Alcántara viaja a Benidorm para ver el mar por primera vez, reflejando el despertar turístico de una España que empezaba a descubrir el mundo empezando por sus propias costas.
Benidorm no fue solo un destino de playa, sino que fue un experimento social, un escaparate de modernidad en plena dictadura, y un símbolo de cómo el turismo podía transformar un país. Lo que empezó con miradas curiosas y un alcalde visionario acabó convirtiéndose en uno de los motores económicos de España.




