Portugal lucha contra el fuego con medios escasos y un territorio abandonado

Lisboa

Portugal vuelve a enfrentarse este verano a una dura temporada de incendios forestales. En lo que va de año, el fuego ha arrasado más de 42.000 hectáreas, y los expertos advierten que el problema va mucho más allá de la extinción: falta prevención, gestión del territorio y recursos adecuados.

Según los técnicos de la Agencia Gubernamental de Extinción de Incendios, los medios disponibles están mal gestionados. Denuncian que no se cuida el territorio durante el invierno y que las labores de prevención son escasas. Además, un 20% de los incendios son provocados de forma intencionada y otro 30% se deben a negligencias.

"El incendio da voz a un territorio que está depauperado desde el punto de vista económico y social. No hemos sabido responder a estos territorios, no hay una gestión de ellos. Ahora el fuego trata de gestionarlos en condiciones que nosotros no queremos", explica Bruno Antunes, de la agencia estatal contra los incendios rurales.

Tras los trágicos incendios de 2017, en los que murieron 117 personas, Portugal cambió su enfoque y apostó por la prevención. Desde entonces, ha logrado reducir a un tercio el número de igniciones y consigue apagar hasta el 95% de los focos. Sin embargo, los incendios que se escapan al control inicial se convierten en grandes fuegos, difíciles de contener, independientemente de los medios disponibles.

"Tal y como está el territorio con estas condiciones meteorológicas, los incendios quedan frecuentemente fuera de la capacidad de extinción", advierte Antunes. El cambio climático agrava la situación, con vientos más secos e intensos del sudeste, largos periodos de sequía y veranos cada vez más prolongados.

La solución, según los expertos, pasa por transformar el territorio, actuando sobre la vegetación y los combustibles naturales. Pero también es necesario abordar problemas estructurales como la despoblación y el abandono del medio rural.

"Tenemos claramente un gran problema de despoblación y envejecimiento que favorece las grandes incidencias de fuegos", señala el ingeniero y silvicultor Paulo Pimenta. "Es en esas zonas abandonadas, envejecidas y habitualmente de minifundios, donde los propietarios, a menudo desconocidos por el Estado, no encuentran valor para su suelo y dejan de cuidarlo".

Pimenta también apunta a la debilidad del sector forestal portugués. "En Portugal el eucalipto ocupa sobre el 10% del territorio continental. El gran problema es que después son transformados por dos grandes empresas, Navigator y Altri, que acaban por definir las condiciones del mercado, bajando los precios. Y sin una regulación del mercado, esto conlleva un gran abandono de las plantaciones de eucalipto, sobre todo por parte de estos pequeños propietarios".

A esto se suma un cuerpo de bomberos voluntario, cada vez mejor preparado, pero que no es autónomo y presenta fallos de coordinación. Aun así, los expertos insisten en que el problema no es solo la extinción, sino el cóctel de clima extremo, despoblación y montes descuidados.

"Nosotros, ni España, ni Estados Unidos, no tenemos medios para combatir estos incendios. Como suelo decir, se combaten en invierno", concluye Antunes, que trabaja cada día en la concienciación ciudadana y en la mejora del territorio.