Cómo Zuckerberg refinó el "capitalismo emocional" para juntar a los mirones con los que quieren ser mirados
El dueño de Meta supo dar con la tecla para hacer el "gran match de la historia"

Cómo Zuckerberg refinó el "capitalismo emocional" para juntar a los mirones con los que quieren ser mirados
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Mark Zuckerberg es uno de los hombres más ricos del planeta. Con un patrimonio que 245.100 millones de dólares, se coloca en tercer lugar en la lista de fortunas del mundo, por detrás de Larry Ellison, cofundador de Oracle, y Elon Musk, director ejecutivo de Tesla y SpaceX, y presidente y director de X, según la revista Forbes. El estadounidense cofundó Facebook cuando estudiaba en la Universidad de Harvard en 2004, convirtiéndose en la red social más importante del mundo. Con los años, la compañía pasó a ser Meta, que también posee Instagram, y WhatsApp.
"Las redes sociales, tal y como las conocemos hoy, son un invento de Zuckerberg", asegura el analista Jaime García Centero en el último pódcast de Cibermillonarios, que analiza la vida y las muchas obras de los cibermillonarios más poderosos del planeta. Aún no le considera un "gran innovador", el experto asegura que sin las redes sociales, nuestra vida sería totalmente diferente. "Sin sus redes sociales no tendríamos influencers, no tendríamos palos de selfies, posiblemente Donald Trump seguiría siendo presentador de algún programa cutre, o sin duda, cocinaríamos menos con la airfryer y no desayunaríamos aguacates y smoothies", bromeaba.
Pero para Jaime García Cantero, el gran invento atribuible a Mark Zuckerberg y su plataforma es "el robo del tiempo". Esto es, la capacidad, hasta ahora nunca imaginada, de robar tanto tiempo a tantas personas y con la más baja de las intenciones, lo que define como el "capitalismo emocional", "Las emociones nos hacen estar atentos, nos hacen permiten robar el tiempo y hacen que estemos muchísimo tiempo delante de la pantalla", explica.
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Episodio 4: Mark Zuckerberg y el capitalismo emocional
En ese sentido, el creador de Facebook fue capaz de monopolizar emociones como los celos, la envidia, la mentira o la ira, uniéndolas en una sola plataforma y monetizándolas. Con la adquisición de Instagram en 2012 por 300 millones de dólares, que entonces era todavía una aplicación centrada en la fotografía, Zuckerberg llevó este "capitalismo emocional" un paso más lejos.
"Une una red para mirones, como era Facebook, con una red para gente que quiere ser mirada, como es Instagram. Es uno de los grandes match de la historia", aseguraba, reconociendo que, así, no solo conseguía las emociones que ya generaba Facebook, como la soledad y la envidia, con la vanidad que promueve Instagram.




