El caso de Amanda Knox: parte I

Con la excusa de que acaba de estrenarse una serie de ficción sobre el caso de Amanda Knox, el fiscal Félix Martín propone esta trama para el Juzgado de Guardia.

El 2 de noviembre de 2007, la estudiante británica Meredith Kercher fue asesinada a los 21 años en la ciudad italiana de Perugia. Su cuerpo apareció en la casa de estudiantes donde vivía mientras cursaba un programa Erasmus. En este contexto, el crimen dio mucho de que hablar tanto por las primeras diligencias, como por los errores policiales y las contradicciones iniciales. Además, que el juicio fuese tan mediático dio pie a que se abriese el debate sobre cómo las creencias y prejuicios de quienes deben impartir justicia pueden pesar tanto como los hechos mismos. Porque, ¿qué pasa cuando la justicia y el espectáculo se confunden?

La prensa y la televisión construyeron el personaje de Amanda Knox: de estudiante en el extranjero a 'Foxy Knoxy'. Con este apodo se pretendió hacer a Amanda un traje a medida de asesina cruel, de mujer fatal. La popularización de este alias es importante para entender el caso, puesto que la imagen pública suele condicionar un proceso judicial.

Amanda nació en Seattle en 1987. Era una estudiante universitaria de Literatura que decidió pasar un año en el extranjero para aprender italiano. Llegó a Perugia en septiembre de 2007, con 20 años, con ganas de independizarse. Compartía piso con otras chicas extranjeras, entre ellas Meredith Kercher. Amanda trabajaba a tiempo parcial en un bar para pagarse sus gastos, y por lo demás llevaba la vida normal de una estudiante: clases, fiestas de Erasmus, aprender el idioma y conocer gente.

El punto de partida de quién era Amanda ya fue manipulado. Amanda no era la "femme fatale" que después pintaron muchos medios, sino una universitaria corriente que quería vivir fuera de casa. Tras el asesinato de Meredith, sin embargo, la imagen pública de Amanda cambió radicalmente. Pasó de ser una estudiante anónima a un personaje.

En la madrugada del 1 al 2 de noviembre, Amanda había dormido en casa de Raffaele, un chico con el que se estaba viendo desde hacía unos días. Cuando volvió por la mañana a su piso, notó cosas raras: la puerta estaba entreabierta, había gotas de sangre en el lavabo y en la alfombrilla del baño, la habitación de Meredith estaba cerrada con llave y, en el otro baño, heces sin tirar. Amanda se duchó, confusa, y regresó a casa de Raffaele. Le contó lo que había visto y juntos volvieron al piso.

Al volver, notaron que la ventana de uno de los dormitorios —el de Filomena— estaba rota y la habitación revuelta, como si alguien hubiera entrado a robar. Al intentar abrir la puerta de Meredith, no lo consiguieron y Raffaele llamó dos veces al 112, mientras que Amanda telefoneó a Filomena.

No entraron a la habitación de Meredith hasta que llegó la Policía Postal. Fue el primer cuerpo policial en llegar, por su competencia: esa misma mañana una señora encontró los dos móviles de Meredith en un jardín cercano, llamó a la Policía Postal y estos los rastrearon hasta llegar a la casa de las estudiantes. Allí se encontraron con Amanda y Raffaele, y poco después llegó Filomena con su pareja. Esta última se puso nerviosa al ver su cuarto destrozado, y su novio derribó la puerta del dormitorio de Meredith de una parada. Allí encontraron el cuerpo de Meredith.

El jueves que viene seguimos...