El gran reto del ser humano en su intento por ser una raza extraterrestre: tenemos un gran problema por resolver
El arquitecto David Jiménez ha explicado los desafíos a los que se enfrenta el ser humano al imaginar asentamientos extraterrestres

El gran reto del ser humano en su intento por ser una raza extraterrestre: tenemos un gran problema por resolver
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Madrid
La vida del ser humano fuera de la Tierra sigue siendo una incógnita, pero el doctor en Arquitectura David Jiménez —colaborador en varios proyectos con la Agencia Espacial Europea— se ha atrevido a reflexionar sobre esta idea que lleva décadas rondando la mente humana y que ha plasmado en su libro: Crónicas de arquitectura terrestre. En su análisis, ha puesto el foco en lo que considera los mayores desafíos de una posible vida extraterrestre: el punto de vista arquitectónico y también el ético.
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En SER Historia, con Nacho Ares, Jiménez explicó que el aspecto arquitectónico es clave para imaginar cómo podríamos habitar nuevos espacios fuera del planeta. Según él, este reto no solo implica cuestiones técnicas, sino también profundas implicaciones sobre cómo evolucionar como especie: "Habitar el espacio es también evolucionar como condición humana", afirmó.
Enfocado desde un prisma retrógrado
El arquitecto destacó el caso de la Estación Espacial Internacional como ejemplo paradigmático: "Es el único espacio del mundo que está legalmente segregado por naciones, y por ello, cada elemento que cada país lleva allí está sujeto a diferentes jurisdicciones", señaló.
Esta fragmentación contrasta, según Jiménez, con el hecho de que se trata del edificio más caro que la humanidad ha construido jamás. "Y, sin embargo, hemos retrocedido cien años en lo que respecta a cómo habitamos el espacio", lamentó.
Jiménez sostiene que esta realidad condiciona todos los asentamientos humanos en el espacio exterior. En su opinión, las prácticas actuales son "muy retrógradas" y socialmente antagónicas a lo que podríamos aspirar como una verdadera utopía espacial. Para él, el futuro de la arquitectura fuera de la Tierra no solo debe responder a necesidades físicas, sino también a ideales sociales, culturales y humanos que nos permitan construir una vida más justa y cohesionada en otros mundos.
En este sentido, el arquitecto considera que no hemos avanzado en cómo concebimos la vida en el exterior. Como ejemplo, mencionó la misión del Apolo 11, en la que los astronautas Neil Armstrong y Buzz Aldrin lograron pisar por primera vez la Luna.
Jiménez sostiene que "ahora que estamos planteando futuros hábitats para la Luna, se están diseñando bajo los mismos parámetros" que en aquella misión. Y es que, según él, la visión del ser humano sobre la Luna —considerada durante siglos como un símbolo cultural y poético— se reduce, al imaginarla habitada, a "una suma de cifras y letras"; es decir, a lo que podemos extraer y aprovechar de ella.





