"Así eran las comandas en al antiguo Egipto": el restaurante en el que todo el mundo desea que llegue la cuenta
El establecimiento destaca por sus platos tradicionales, por las flores, por los jeroglíficos y por una terraza repleta de rincones con encanto
El ticket del Puente del Pilar: mitad factura, mitad jeroglífico.
Madrid
Los tickets de restaurante que se viralizan por el precio de un plato, de la bebida o de alguno de los extras del servicio —del hielo a los palillos, pasando por el ganchito para colgar el bolso— se han convertido, en pocos años, en un clásico de las redes sociales.
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Luego está el subgénero de los tickets con mensaje (normalmente, una observación despectiva acerca del cliente). Pero también hay profesionales que destacan por lo que —a priori— es la esencia de la hostelería: cuidar, atender y reconfortar. Un buen ejemplo es Fernando Codesal, quien regenta junto a su madre, Feli, el hostal Puente del Pilar en Ribadesella (Asturias).
Más allá de su cocina —con producto asturiano y algún guiño viajero— y también de la fascinante decoración shabby chic del establecimiento, hay algo que encandila a muchos de sus clientes: el ticket. Y no porque el precio sea especialmente asequible (aunque la relación calidad-precio es muy buena), sino porque, en este caso, se trata de un documento totalmente artesanal, a mitad de camino entre la factura y el jeroglífico.
Escalopines al cabrales
El gastrónomo Eric Vernacci, miembro de la Academia de Gastronomía de Madrid, ha compartido esta semana el comprobante de su comida en el Puente del Pilar (220 euros a repartir entre seis personas) y jugar a adivinar lo que ha comido puede proporcionar varios minutos de divertido entretenimiento: pote asturiano, escalopines al cabrales, pan, helados, tarta...
Los dibujos son obra de Fernando Codesal, quien, según detalla una reseña publicada en Traveler ("el alojamiento más coqueto de Asturias"), dejó su carrera como periodista para experimentar el country living y agasajar a sus clientes con platos tradicionales, muchas flores, jeroglíficos gastronómicos, una terraza repleta de pequeños rincones con encanto y, sobre todo, mucha amabilidad.
"Es un sitio único por dentro y por fuera", comenta uno de los seguidores de Eric Vernacci. "Asi eran las comandas en al antiguo Egipto", apunta otro. "Si la presentas para desgravar, al inspector de Hacienda le da un patatús, pero por lo demás es genial", remata el usuario @ManuelMdeMiguel.
