Le impiden la eutanasia

Madrid

A los 24 años puedes trabajar, casarte, parir, divorciarte, abortar, licenciarte en la universidad, votar o dirigir una multinacional. Pero si eres Noelia no puedes aplicarte la eutanasia. Siempre hay algún juez de esos a los que les gusta desbordar la ley que te lo impedirá. O que prorrogará tu sufrimiento.

Noelia tiene 24 años. Es española. Es parapléjica. “Todos sus días son horribles y dolorosos”, tiene declarado. Hace un año le fue reconocido por la comisión de expertos oportuna, y por unanimidad, su derecho a la buena muerte, a la eutanasia. Su padre, que hace años no tiene relación con ella, recurrió, ayudado por una asociación ultra, ultracatólica. Un juzgado barcelonés sentenció a favor del derecho de la chica, porque cumplía los requisitos de la ley. Sobre todo sufrir una “dolencia grave, dolor y sufrimiento crónico e imposibilitante”. Irreversible.

Ahora, el Tribunal Superior de Cataluña sortea el acertado dictamen del inferior. Dice que sí, que la chica tiene todo el derecho a que se le practique la eutanasia. Pero que el padre puede intervenir para que se suspenda el ejercicio de ese derecho. Es asombroso, la ley de eutanasia de 2.021 no recoge ningún derecho de terceros a intervenir en ese proceso, y menos el de obstaculizarlo. El argumento del tribunal es peregrino. Acepta la alegación del padre –ese que no la ha visto desde que tenía casi trece años—de que tiene derechos porque forma parte del “círculo jurídico vital” de la enferma. Una fantasía.

El tribunal se la traga sentenciando que los padres pueden ser parte porque “son sucesores forzosos de los hijos… y responsables de los gastos funerarios” de estos. Como si este deber de pagar el entierro otorgase un derecho superior al derecho de los hijos mayores y autónomos a decidir sobre su vida. Y si esta resulta terrible, y es legal, sobre su muerte.

Con jueces así, sobran leyes.