Julio Llamazares: "Todos los que fueron a la guerra obligados, si volvieron, lo hicieron moralmente heridos de muerte"
El autor de 'La lluvia amarilla' rememora la participación de su padre en la Guerra Civil, repitiendo el viaje que su progenitor hizo por España durante la contienda hace 86 años

Madrid
A veces, cuando uno no tiene la precaución suficiente de atender a lo que en el presente se dice del pasado, no hay más remedio que aventurarse en el futuro a tratar de completar aquel tiempo. Y eso es lo que ha pretendido el escritor leonés Julio Llamazares (La lluvia amarilla; Las lágrimas de San Lorenzo; La lentitud de los bueyes) en su último libro, El viaje de mi padre (Ed. Alfaguara), la crónica del itinerario repetido que hace casi 90 años hizo su progenitor, en una de las pocas veces que salió de su pueblo, entonces con 18 o 19 años, como radiotelegrafista en el bando sublevado y acompañado por su amigo Saturnino, pero sobre todo por el pánico de perecer en una contienda que asoló el país entre 1936 y 1939.
"Mi padre al principio -cuenta Llamazares- cuando regresó de la Guerra no hablaba mucho de ello, porque lo pasó muy mal, pero es cierto que con el tiempo contó algunas cosas, aunque yo no le prestara mucha atención entonces. De eso me arrepiento y esa es la razón que explica este libro. Ocurre que cuando somos jóvenes, la única vida que nos parece digna de se contada es la nuestra".
Llamazares habla de como la guerra fracturó, como en tantos hogares españoles, a su familia, y como su padre, maestro de profesión, con el objetivo de eludir infantería, acabó en el cuerpo de radiotelegrafistas del bando militar rebelde. "A mi familia nos partió en dos bandos, a mi padre le tocaron las tropas de Franco como a otros de sus hermanos les tocó el lado republicano. Entonces no lo supo, pero después, con el paso del tiempo, conoció que uno de sus hermanos había luchado en las trincheras contrarias a la suya en la brutal batalla de Teruel".
Así, de la manera más exacta posible, Julio Llamazares viaja de la Vecilla en León hasta la Sierra de Espadán, en la provincia de Castellón, siguiendo el itinerario de vías y estaciones de tren que ya no existen o que ya no tienen parada para pasajeros y localidades que entonces, pese al zarpazo de la guerra tenían una vida, agitación y vitalidad que no deja ahora demasiados rastro.
A propósito de la idea de la memoria en un país como España, Julio Llamazares subraya que " la Guerra Civil ha sido un largo tabú en España durante muchos años y aunque las cosas se han normalizado, es verdad que aquí hemos tenido mala conciencia colectiva, como si contar o recordar la guerra fuera algo malo." De hecho -asegura el escritor- "que la batalla de Teruel con todo lo que significó, no tenga un museo sobre lo que pasó allí, contrasta como estas cuestiones las ha resuelto un país como Alemania".
"Alguien dijo una vez que en las guerras luchan siempre jóvenes que no se odian por culpa de viejos que sí lo hacen. Y yo estoy bastante de acuerdo", concluye el autor de La lluvia amarilla.

Sergio Castro Salillas
Redactor y guionista en la SER desde 1996. Estuvo en La Ventana, A Vivir y ahora es redactor de Hoy...




