El caso de Amanda Knox: parte III
Cerramos el mediático caso en Juzgado de Guardia, remarcando la importancia de las garantías jurídicas

El caso de Amanda Knox: parte III
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En anteriores programas hemos analizado el caso de Amanda Knox, contextualizando el crimen y analizando las peculiaridades de la investigación. Hoy cerramos el caso, descubriendo qué pasó durante el largo proceso judicial.
Este caso es único para entender cómo funciona la justicia en distintos países. En Italia, cada apelación es como volver a juzgar desde cero; algo que en España, con el principio de cosa juzgada, sería imposible. Este principio significa que, una vez hay una sentencia firme, no se puede volver a juzgar lo mismo.
En Italia, sin la protección de la seguridad jurídica, Amanda Knox vivió en un limbo. Cada apelación que se hizo fue un nuevo juicio completo, con revisión de pruebas, testigos y peritos. Así paso de culpable a inocente por los mismos cargos, multiplicado por varias instancias: en 2009, Amanda fue condenada a 26 años y Raffaele a 25; en 2011 fueron absueltos tras desmontar las pruebas de ADN y Amanda regresó a Estados Unidos; en 2014 los condenaron de nuevo tras casación; y, en 2015, fue se dio la absolución definitiva del Supremo italiano.
Entre tantos vaivenes, pasaron ocho años de incertidumbre. Este tiovivo judicial no solo fue una tortura para los acusados, sino que también para la familia de Meredith, la víctima.
En 2009, el jurado de Perugia se apoyó en un relato sugestivo y en tres pilares para condenar a Amanda y Raffaele: el cuchillo con ADN de Amanda en el mango y, supuestamente, el de Meredith en la hoja; el broche del sujetador de Meredith, recogido 47 días más tarde, con ADN de Raffaele; y la interpretación que se hizo del comportamiento de Amanda.
Con esos elementos el fiscal construyó la teoría de un crimen sexual colectivo, que el jurado compró. Fue un ejemplo de lo que llamamos prueba indiciaria mal utilizada: no se trataba de hechos probados, sino de una historia verosímil que encajaba con los prejuicios.
Después de años de recursos, en 2015 el Supremo italiano reconoció cuatro razones que anularon el procedimiento definitivamente. Admitió, por un lado, que las pruebas de ADN estaban contaminadas —el cuchillo y el sujetador no tenían fiabilidad científica— y, por otro, que la cadena de custodia se había roto —recogida tardía, manipulación, riesgo de contaminación—.
A raíz del caso de Amanda Knox, en varios países europeos se dictaron nuevos protocolos para la toma de muestras de ADN. A partir de entonces hubo más exigencia en la cadena de custodia, y se fomentó el uso obligatorio de dobles guantes y un control más estricto de la contaminación cruzada en laboratorios. Además, también se limitó el uso de perfiles obtenidos por técnicas de baja cantidad de ADN, que ahora sólo se aceptan si van acompañados de otras pruebas.
La tercera razón de la anulación fue que la declaración de Amanda contra Patrick Lumumba había sido obtenida sin garantías y en condiciones muy irregulares. Y, la última y más relevante, que el relato de la acusación no estaba respaldado por pruebas objetivas y no tenían ninguna base probatoria sólida. El Supremo italiano habló de un proceso lleno de "deficiencias clamorosas" y absolvió por falta de pruebas.
Aún así, Amanda pasó cuatro años en prisión y Raffaele también perdió años y reputación. No sólo eso, sino que la familia de Meredith Kercher vivió el dolor añadido de ver el caso convertido en espectáculo mediático. Aunque el juicio judicial cambiase, el mediático se mantenía estable: titulares sensacionalistas sobre la femme fatale.
En Perugia se partió de una idea preconcebida —orgía, sexo, drogas— y se forzaron las pruebas para encajarla. Pero una investigación nunca es instinto, es deducción. De la misma manera que un juicio no se ha de celebrar en los tribunales, y no en los medios: la prensa no puede dictar culpabilidad ni inocencia, porque contamina la justicia y daña la democracia.
Aunque se esté extendiendo que las garantías jurídicas sólo da ventajas a los delincuentes, lo único que hacen es obstaculizar a los prejuicios y a las ideas preconcebidas.




