Ciencia y tecnología

La resistencia española frente a la invasión silenciosa de los microplásticos

Los microplásticos se han convertido en uno de los grandes enemigos del fondo marino

Reportaje EP195 | Los microplásticos, uno más en nuestro día a día

Madrid

El uso indiscriminado de plástico está afectando gravemente a nuestros mares y océanos. Y lo peor de todo es que no dejamos de producir más y más. Mientras que en el año 1950 apenas se fabricaban dos millones de toneladas de plástico a nivel global, en la actualidad se estima que esa cifra se ha disparado por encima de los 400 millones. El problema es que ese plástico no desaparece y que, si no le damos una segunda vida, acabará descomponiéndose en partículas cada vez más pequeñas a las que conocemos como microplásticos y nanoplásticos. Unas partículas, con una medida inferior a los cinco milímetros, que ya han llegado a los rincones más recónditos del planeta. Desde la cima del Everest hasta lo más profundo de la fosa de las Marianas, donde los plásticos continúan dañando el ecosistema.

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Pero no solo eso. También se han encontrado microplásticos en nuestro interior. Según un estudio de la Universidad de Newcastle (Australia) encargado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), las personas consumen aproximadamente 2.000 piezas pequeñas de plástico o derivados del mismo por semana. Un total de 5 gramos de este material cada siete días, el peso equivalente a una tarjeta de crédito como las que usamos en nuestro día a día. Mientras tanto, otros estudios concluyen que se han encontrado estas partículas en nuestro cerebro, en nuestro corazón e incluso en el torrente sanguíneo.

Por lo tanto, los microplásticos se han convertido en una invasión silenciosa con una incidencia cada vez mayor en nuestras vidas. Un tema sobre el que hemos hablado con Maribel Cerezo, directora del máster en Ingeniería y Gestión Ambiental de la Universidad Internacional de Valencia, quien nos habla de la incidencia de los microplásticos tanto en nuestro cuerpo como en nuestro entorno: "Los plásticos ya de por sí son tóxicos porque se fabrican a partir de hidrocarburos policíclicos aromáticos, que no dejan de ser derivados del petróleo. Y todos entendemos que el petróleo es tóxico, por lo que también podemos entender un poco esa toxicidad que puede generar en los organismos".

El impacto directo de los microplásticos

En declaraciones a la Cadena SER, la experta nos cuenta que el impacto de los microplásticos en nuestro entorno es cada vez más evidente: "Ahora vas a la playa y, con que te quedes mirando la arena, puedes ver bolitas blancas de plástico que están inundando la costa, que son pellets. Y da igual la playa a la que vayas". Y no solo es que esté deteriorando nuestras costas, sino que también está acabando con nuestros animales porque los plásticos acaban en los estómagos de los peces, de las gaviotas y de las ballenas.

El problema es que el microplástico está envenenando a las especies marinas, pero que también puede llegar a generarles una falsa sensación de saciedad que puede acabar matándolas: "Aunque sean plásticos pequeños, algunas especies como el zooplancton también son organismos pequeños que se acaban nutriendo de estas partículas. De la misma manera que una ballena con el intestino lleno de bolsas y plásticos dejará de comer al entender que está llena, al zooplancton, que es la base de nuestra cadena trófica, le pasará lo mismo. Si en lugar de fitoplancton comen microplásticos, se sentirán saciados y al final mueren porque no comen".

Y el futuro no parece demasiado esperanzador. A pesar de que la Unión Europea esté impulsando políticas para reducir el consumo de plástico en nuestro día a día, no servirá de nada hasta que no haya un consenso global sobre el tema: "En el océano no hay fronteras. Lo que se vierte en el Atlántico me va a llegar al Mediterráneo... y yo creo que ahí está el problema. Tenemos que ir todos a una. Es necesario tomar decisiones y, sobre todo, decisiones rápidas, porque el problema lo tenemos y es muy grave". Por lo tanto, y a pesar de que recomiende que reduzcamos el consumo de plástico como buenamente podamos, la experta insta a tomar acción contra un problema que cada vez es más y más grande.

¿Qué podemos hacer?

En esta primera entrevista, Maribel Cerezo nos cuenta que también es fundamental seguir investigando nuevas vías para limpiar nuestros mares: "Yo conozco ciertas empresas y asociaciones que sacan sus propios barcos y que tienen unas redes con las que limpian plásticos. Luego también hay muchísimos estudios intentando diseñar grandes aspiradores que puedan absorber todos estos plásticos". Entre todas estas propuestas encontramos la de Captoplastic. Una empresa madrileña, creada en el año 2020, que nació a partir de una patente de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) mediante la que su director ejecutivo, Ismael Olmedo, así como su equipo, quieren acabar con uno de los grandes problemas que vienen.

A día de hoy se estima que, cada año, se vierten entre 19 y 23 millones de toneladas de residuos plásticos en ecosistemas acuáticos. Una cifra que podría triplicarse para el año 2040 y que podría provocar que en 2050 hubiera más plásticos que peces en el océano en términos de peso. De ahí que proyectos como Captoplastic puedan acabar resultando clave para la recuperación de los océanos, tal y como explica Ismael Olmedo: "Nosotros metemos un captador en un flujo de agua y ese captador lo que hace es pegarse a los microplásticos. Entonces se forma un aglomerado que posteriormente pasamos por un campo magnético, donde un imán muy potente extrae ese aglomerado de microplástico y permite que el agua siga su curso sin microplásticos".

En declaraciones a la Cadena SER, Olmedo explica que su tecnología ha demostrado tener una eficacia superior a 80% y que, además, funciona en aguas muy sucias con alta materia orgánica. De ahí que sea una propuesta con ciertas ventajas sobre otras que hemos conocido durante estos últimos años, como pueden ser las membranas. Además, es más respetuosa con el medioambiente: "La ventaja de nuestra idea es que el captador que utilizamos es un mineral que se puede reaprovechar y que la solución salina que utilizamos para separar el aglomerado también lo es". Por si esto fuera poco, los microplásticos extraídos del agua son reconvertidos en "madera plástica" con la que posteriormente pueden fabricar mobiliario urbano, marquesinas o incluso tapas de alcantarilla.

El futuro que viene

El problema de todo esto es que llegamos bastante tarde y que gran parte del ecosistema marítimo ya ha sido dañado tanto por los microplásticos como por el cambio climático que ha provocado el aumento de temperaturas. De ahí que algunas empresas hayan pensado en recuperar los fondos marinos a través de técnicas revolucionarias. Una de ellas es Underwater Gardens International, que ha ayudado a restaurar recientemente la biodiversidad del Port Olímpic de Barcelona. Mientras que tecnologías como la de Captoplastic se centran en retirar la amenaza, la de Underwater Gardens International se dedican a curar las heridas que hemos provocado. Así, ambas empresas demuestran que la lucha por los océanos requiere tanto de limpieza como de restauración.

En declaraciones a la Cadena SER, el fundador y director ejecutivo de la compañía, Marc García-Durán, nos cuenta que, en apenas doce meses, el fondo marino del Port Olímpic ha pasado de estar en un estado degradado a albergar más de 100 especies representativas de ecosistemas mediterráneos saludables. Una recuperación mucho más rápida de lo esperado, demostrando así la resiliencia de la naturaleza cuando se le ofrece una oportunidad. ¿Y qué es lo que han hecho para conseguirlo? Crear ecosistemas amables con las especies que viven en los alrededores para que vuelvan al ecosistema dañado y que puedan iniciar una nueva vida: "Lo primero que hicimos fue estudiar qué clase de hábitat le iba bien a cada especie".

Tras esta primera fase del proyecto, los responsables de Underwater Gardens International comenzaron a hacer todo tipo de hipótesis sobre qué tipos de especies iban a coexistir en este puerto para generar un entorno a su medida y dinámicas que favorecieran su retorno. A partir de entonces, la empresa recurre a la impresión 3D para crear todo tipo de arrecifes y sustratos con la morfología, rugosidad y nutrientes adecuados. Todo ello con el objetivo de crear "casas de lujo para peces, crustáceos, algas y corales". Y tras desarrollar este primer ciclo de colonización, que atrae a algas y pequeños corales en un proceso conocido como biofilm, comienza un efecto dominó. Un efecto que pone en marcha toda la rueda marina para que sean cada vez más las especies que se acerquen hasta esta localización. De hecho, Marc García-Durán explica que se centran en atraer "especies bioconstructoras", que actúan como una especie de "influencers" para que el resto de la comunidad marina las siga.

Y ahora que han rehabilitado el Port Olímpic, Marc García-Durán sueña con poder llevar este proyecto a un nuevo nivel para que el ecosistema marítimo siga creciendo más allá del puerto: "Yo, como soy de Barcelona, sueño con tener algún día un gran jardín submarino en la ciudad. Como el Parque Natural de Collserola, pero bajo el mar. Un gran Central Park submarino con todas estas funciones. Sería un sueño".

Y todo ello colaborando codo con codo con la naturaleza, sin imponerse a la misma: "Igual que hemos sido capaces de crear grandes problemas, también podemos crear grandes soluciones". Por lo tanto, la invasión silenciosa del microplástico sigue adelante, pero contamos con cada vez más recursos para hacerle frente. Mientras que la ingeniería de Captoplastic se encarga de eliminar los microplásticos y de darles una nueva vida, la biología de Underwater Gardens International desarrolla terapias regenerativas para devolverle la vida al fondo marino. Dos proyectos, entre muchos otros, que luchan por salvaguardar uno de los tesoros más preciados de nuestro planeta y que vuelva a recuperar su grandeza.

David Justo

(Astrabudua, 1991) Periodista especializado en...