¿Cuántos años tendría tu perro si fuera un ser humano? La fórmula mejorada que te ayuda a salir de dudas

En Serendipias, Ignacio Moure nos invita a mirar de cerca la vida fugaz de los perros, y en ese viaje surge una pregunta tan cotidiana como desconcertante: ¿cuántos años tendría tu perro si fuera humano?

Durante décadas, la fórmula popular ha sido sencilla: un año de perro equivale a siete humanos. El cálculo parte de dividir la esperanza de vida humana (unos 70 años) entre la canina (unos 10). Pero este método no solo es impreciso, sino profundamente antropocentrista. "Damos por hecho que las etapas vitales de los perros son comparables a las humanas, y no lo son", advierte Moure.

"Un yorkshire puede superar los 15 años, mientras que un gran danés apenas llega a los 10", explica. Además, los perros "alcanzan la madurez sexual a los seis meses, lo que equivaldría a que un niño humano entrara en la pubertad con dos años y medio".

En 2020, un grupo de investigadores de la Universidad de California propuso una fórmula más rigurosa. Estudiaron el metiloma —las marcas químicas que se acumulan en el ADN con el envejecimiento— y descubrieron que los perros envejecen a toda velocidad en sus primeros años, para luego estabilizarse. "Es como contar las muescas de un mueble para saber cuánto tiempo lleva contigo", explica Moure. Según sus cálculos, un labrador retriever de un año equivale a un humano de 30. "A los dos años, ya tiene 40. Y no alcanza la jubilación (los 65 humanos) hasta los nueve años", añade. En otras palabras: los perros son "viejóvenes" y envejecen. "Los perretes se tiran con achaques toda su vida", resume.

Pero hay esperanza. Moure menciona que "actualmente se están probando pastillas para alargar la vida de los perros, como la rapamicina, que imita los efectos de la restricción calórica una de las pocas estrategias que ha demostrado ralentizar el envejecimiento". Este compuesto activa la autofagia, un proceso celular que elimina residuos y podría permitir que los perros vivan hasta un 30% más. "Es como si las células se comieran su propia porquería", dice Moure con humor.

Eso sí, advierte: no intentes restringir la comida de tu perro. "Te come la casa", bromea.