¿Por qué Arabia Saudí se queda con 'Los Sims' o el 'FIFA'?: las claves de la compra de EA por 55.000 millones de dólares
Electronic Arts (EA) ha anunciado un acuerdo de venta para ser adquirida por un grupo de inversores privados, entre los que se incluye el fondo soberano de Arabia Saudí (PIF). ¿Qué hace rentable la operación: el negocio o la influencia? Lo analizamos en Hora 25 de los Negocios
Terremoto en la industria de los videojuegos
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Madrid
Terremoto en la industria del entretenimiento digital. Arabia Saudí-a través del fondo soberano PIF-, y el yerno de Donald Trump, Jared Kushner -a través de la empresa Affinity Partners-; han cerrado la compra de Electronic Arts (EA) por 55.000 millones de dólares, la mayor operación corporativa de la historia del sector y una de las de mayor peso cuando se toman como referencia las adquisiciones empresariales en metálico.
El gigante creador de sagas como Los Sims, Battlefield, Dead Space, Star Wars y, sobre todo, del legendario FIFA –rebautizado en 2022 como EA Sports FC– pasa a manos de un consorcio liderado por el reino saudí. La cifra que pagará por la compañía de videojuegos equivale al PIB de regiones como Castilla-La Mancha o Canarias y supone un sobreprecio del 25% sobre el valor bursátil de EA en el último cierre de mercado.
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Una jugada estratégica y polémica
La operación consolida la estrategia saudí de diversificación económica más allá del petróleo, reforzando su apuesta por los videojuegos tras adquisiciones previas como Pokémon Go y Scopely (creadora de Monopoly Go!). Pero el movimiento es relevante por cómo una dictadura autoritaria se adentra en un sector cultural clave, con capacidad de moldear relatos y audiencias.
En medio de la censura occidental a su régimen, Arabia Saudí "tiene interés en acaparar la atención de la industria del videojuego al rededor del fútbol. ¿Puede ser una pieza para lavar la cara de Arabia? En esto puede haber opiniones encontradas", explica el experto en la industria del videojuego, Emilio Hurtado.
A la dimensión geopolítica se suma el factor político en Estados Unidos. Jared Kushner, yerno y exasesor de Donald Trump, participa en la compra, lo que facilitaría el visto bueno de los reguladores estadounidenses en este tipo de movimientos empresariales. La operación incluye una penalización de 1.000 millones de dólares si no prospera, aunque con el apellido Trump sobre la mesa, ese escenario parece improbable.
