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Calixto Bieito: "Vencedores o perdedores, cualquiera puede manipular la historia y yo ya no sé qué es verdad o mentira"

El director de escena estrena en España 'La verdadera historia de Ricardo III', inspirada en la obra de Shakespeare. Parte del descubrimiento real, en 2012, de los restos óseos de Ricardo III en un garaje de Leicester. Bieito explora lo humano este ser deforme, cruel y manipulador. Qué es verdad y qué mentira en este tiempo de manipulaciones y el origen de la violencia

Calixto Bieito: "Vencedores o perdedores, cualquiera puede manipular la historia y yo ya no sé qué es verdad o mentira"

Calixto Bieito: "Vencedores o perdedores, cualquiera puede manipular la historia y yo ya no sé qué es verdad o mentira"

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Calixto Bieito (Miranda de Ebro, Burgos, 61 años) no para. Hablamos con él por Zoom el mismo día que estrena Idomeneo, re di Creta, de Wolfgang Amadeus Mozart, en Praga, en la Ópera Estatal del Teatro Nacional. "Mozart traspasa los arquetipos de su época, trasciende de ello y lo convierte en humano. Es lo que tiene el talento de personas como él o como Cervantes, yo soy un gran fan de El Quijote", confiesa.

Lo mismo pasa con William Shakespeare. El Teatro Real dedica su temporada 2025/2026 a Shakespeare. El 11 de octubre llega al Festival Temporada Alta Hamlet, de Thomas Ostermeier, que agotó rápido todas las localidades, después de más de quince años de trayectoria internacional. Calixto Bieto estrena hoy en España La verdadera historia de Ricardo III, inspirada en la obra del dramaturgo inglés. Esta es la primera de las tres producciones del Teatro San Martín de Buenos Aires que presenta Teatros del Canal este octubre, en un acuerdo de colaboración. Las otras dos son Sansón de las Islas, de Emiliano Dionisi; y Medida por medida, de Gabriel Chamé. Después llegará al Teatro Arriaga de Bilbao.

La verdadera historia de Ricardo III agotó todas las entradas los tres meses que estuvo en Buenos Aires "y podría haber estado un año, si no es por los compromisos que tiene Joaquín Furriel", advierte Bieito. El actor argentino es quien le propuso a Bieto, hace un par de años, montar un Ricardo III, después de haber trabajado juntos en Sueño de una noche de verano. "Shakespeare también explora lo humano en una historia de matanzas y de terror, trasciende, explora de dónde viene esa violencia, esa ambición de poder y de autodestrucción". Sin embargo, confiesa el director de escena que no tenía especial devoción por montar esta pieza. "Lo hice por él, que es un actor excepcional. La escuela argentina de actores es formidable y es envidiable cómo se valoran a los actores de teatro en Buenos Aires, el respeto que hay", dice Bieito.

Joaquín Furriel y Calixto Bieito

Joaquín Furriel y Calixto Bieito / Carlos Furman

Joaquín Furriel y Calixto Bieito

Joaquín Furriel y Calixto Bieito / Carlos Furman

Calixto Bieito es un gran conocedor de la obra de William Shakespeare. Montó su primera pieza con veinticinco años en el Mercat de les Flors, en el Festival Grec. Ha trabajado en la Royal Shakespeare y ha levantado numerosas obras suyas en diferentes idiomas.

¿Cómo ha evolucionado tu aproximación a Shakespeare durante todos estos años?

No lo sé, la gente me dice que no estoy haciendo una narrativa lineal, pero yo no soy muy consciente tampoco de lo que estoy haciendo. Las narrativas cambian, como está cambiando el mundo. No sé hacia dónde vamos exactamente, porque soy simplemente un director de teatro o hago exposiciones en instalaciones, en museos, como Los locos años veinte, una exposición tremenda. Pero sí que he cambiado. Cuando hice Macbeth, en el Festival de Salzburgo, tenía un punto más más trash. Ahora soy menos trash, quizás, tengo un punto más profundo. Tengo influencia de pintores, adoro a Francis Bacon y cosas así. Este Ricardo III tiene algo más de vacío, de juego con el público. El elenco es una barbaridad, yo diría que es como la zarzuela La verbena de la Paloma. Son todos primeros actores, muchos de ellos podrían hacer de Ricardo III.

La obra comienza con unos científicos, antropólogos y forenses que descubrieron unos restos óseos en un garaje de Leicester, en 2012, y que eran los de Ricardo III. Se preguntan si tenía joroba o no, si era una simple escoliosis y si se le notaría al andar o no. Una cosa es el personaje histórico y otras las interpretaciones que hacía Shakespeare de ellos. La obra se titula La verdadera historia...

[Bieto interrumpe] Bueno, eso es un guiño y es maravilloso, porque claro, cuando escribió esta obra, él tuvo que pintar un personaje malísimo o los Tudor se hubieran enfadado muchísimo, le hubieran cerrado el teatro. La obra es pura propaganda, pero él trasciende esa propaganda. Mi figurinista es Paula Klein, socia del Club Richard III desde 2012, cuando abrieron este club tras el descubrimiento de los restos. Ella cree en eso, pero yo no sé si es verdad o no, porque la historia está siempre manipulada. Uno oye que Praga está al este de Europa y no es verdad, Praga es la ciudad más centroeuropea que hay, Viena está mucho más al este. La historia está siempre manipulada. He dicho en una entrevista que por los vencedores, pero a veces ni por los vencedores, incluso los perdedores también pueden manipular la historia. La historia va cambiando, la vamos adaptando cuando se queda desfasada y es muy difícil entre la propaganda y la manipulación. Creo que hoy nos dejamos manipular y ya no sé qué es verdad o mentira.

Eso te quería preguntar, hablas de la verdadera historia cuando hoy se han roto todos los consensos en torno a la verdad. Hoy cada uno tiene su verdad y muchas veces es irreconciliable la realidad de uno con la del otro.

Sí, porque estamos cambiando de era, imagino. Estamos en una especie de limbo, antes las instituciones te protegían y ahora ya no. Tenían agentes creativos muy poderosos, como Mortier, Brian McMaster o Jack Lang, que abrían discusiones con el público. Ahora el paradigma ha cambiado, estamos en un limbo y, a veces, es más fácil hacer un panfleto con el que todo el mundo esté de acuerdo. Eso ha entrado en el teatro y, para que algo funcione, parece que todo el mundo tiene que estar de acuerdo. El artista está desprotegido. No sé hacia dónde vamos, la verdad.

¿Cómo describirías a tu Ricardo III, este "sutil, falso y traicionero" que se dice?

Quien mejor lo puede describir es Joaquín, porque él lo ha creado con su cuerpo. Joaquín es una persona extremadamente estricta con su trabajo, muy estricto. Trabaja con un profesor de voz, con un logopeda. Es un gran lector y ha partido de él. Tiene muchos colores, desde un niño desprotegido a un manipulador, o a un perdedor. Es una cosa muy fuerte, él lo arranca de sí mismo. Y hace unas variaciones vocales increíbles para cambiar entre un animal a un ser seductor, porque Joaquín es muy atractivo como persona, físicamente, y tiene que convertirse en un ser deforme mental y físicamente. Todo el mérito suyo.

Hay una reflexión muy interesante sobre la violencia, la responsabilidad y la culpa. Si el ser humano es violento por naturaleza, como lo es una tormenta, que no tiene culpa de ser violenta, o hasta qué punto uno es responsable y culpable de sus actos. Tú dices que no eres una persona nada violenta, ¿qué reflexión extraes o esperas que extraiga el público sobre estos seres violentos y manipuladores?

La violencia debe de pertenecer a nuestros genes. Yo no he sido nunca una persona violenta. He decepcionado a mucha gente. Recuerdo una entrevista que me hicieron en Berlín, esperaban encontrar a un punki con una moto gigantesca o con un palo de béisbol. Y, cuando me vieron, no les resulté muy interesante. The New Yorker estuvo viviendo conmigo durante una semana, siguiéndome desde la mañana hasta la noche. Y al final no publicaron el artículo porque no había nada escandaloso ni nada que fuera interesante. Los hombres siempre nos hemos creído dioses, pero ahora, algunos hombres se consideran ya dioses y me imagino que la violencia está en las células de las personas o en alguna parte del cerebro.

¿Cómo se traslada toda está violencia a escena? ¿Qué papel juegan el vestuario, la escenografía, la técnica o ese juego de Furriel con el público? Este Ricardo III nos interpela, nos ofrece torta, es como uno más entre nosotros.

Sí, va manipulando, va jugando con el público, pero en la época de Shakespeare era así. En sus textos está escrito, por ejemplo: 'silencio, viene no sé quién'. Hay un montón de silencios, que ahora los cortamos, pero ese silencio era porque el público estaba haciendo ruido. Así que tenían que poner silencios de vez en cuando, 'silencio, cállese usted', se le decía al público. Eso lo aprendes enseguida cuando estás en Inglaterra, haciéndolo en inglés. Y está también en este texto, él juega con el público. A veces lo seduce, a veces no. En Buenos Aires, a veces les preguntaba cosas. Joaquín va jugando, va cambiando de registros todo el rato. Es como un staccato, un pum, pum, pum. Cuando no te lo esperas, hace una cosa. Cuando te esperas algo, hace otra. Es un gran manipulador. El espectáculo está pensado así. Luego, Barbora Horáková Joly, una de las directoras de escena jóvenes más importantes, ha ganado el Opera Award, ha hecho el set. Es decorado es bastante iconográfico, simbólico. Desde un coche a una mesa redonda que se convierte en una especie de camino. Cosas bastante simbólicas, icónicas. A mí hay momentos que me pueden recordar al Holocausto, pero lo dejo muy abierto para que la gente lo interprete. Para mí son importantes las imágenes icónicas o simbólicas, en esto sí voy cambiando y utilizo más este tipo de lenguaje. Vivo en la ciudad de los museos y tengo mucha influencia de pintores como Basquiat. Cabalgando con la muerte, uno de sus últimos cuadros, me impresionó mucho. Estuve en el DOX de Praga viendo la exhibición de David Lynch, que desconocía su faceta como artista pictórico y con esas referencias a Francis Bacon. Goya siempre va conmigo, obviamente, es mi cultura. Ese triángulo mágico de Goya, Valle-Inclán y Buñuel. Es extraordinario. Es un ángulo extraordinario.

'Cabalgando con la muerte', de Jean-Michel Basquiat. (Photo by Sabine Glaubitz via Getty Images)

'Cabalgando con la muerte', de Jean-Michel Basquiat. (Photo by Sabine Glaubitz via Getty Images) / picture alliance

'Cabalgando con la muerte', de Jean-Michel Basquiat. (Photo by Sabine Glaubitz via Getty Images)

'Cabalgando con la muerte', de Jean-Michel Basquiat. (Photo by Sabine Glaubitz via Getty Images) / picture alliance

Una última reflexión, a propósito de esto que estás comentando, porque hay una frase en el texto que es la única que me ha hecho sonreír. Esa que dice Buckingham: "En Italia, en los 30 años en los que dominaron los Borgia, no hubo más que terror, guerras y matanzas, pero surgió Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, el Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron 500 años de amor, democracia y paz. ¿Cuál fue el resultado? El reloj cucú". ¿Estamos ante las puertas de otro renacimiento artístico? ¿Cómo ves el arte y las artes escénicas hoy?

Eso es una frase ingeniosa, creo que de Orson Wells, una frase muy ingeniosa que me hace reír mucho. Vivo en Basilea y es una ciudad extraordinaria para vivir. Es una ciudad humanista cien por cien. Como te digo, estamos en una época de cambio. Sería un bocazas si opinara sobre algo que desconozco. No sé hacia dónde van ni cómo veo las artes escénicas. Hay un cambio de cosas. ¿Hacia dónde vamos? No lo sé. Sería un opinador y no soy un opinador.

 

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