El trastorno genético que marcó para siempre la vida de Romasanta
La historia del asesino en serie que fue juzgado por sus crímenes, pero también por su identidad

En el corazón de Galicia, entre leyendas, mitos y tradiciones, se esconde una historia tan real como inquietante: la de Manuel Blanco Romasanta, considerado el primer asesino en serie documentado en España. Su figura, envuelta en misterio y oscuridad, ha trascendido el tiempo hasta convertirse en mito. Pero detrás del hombre lobo de Allariz y del sacamantecas que vendía unto humano en el norte de Portugal, hay una historia profundamente humana marcada por un trastorno genético que condicionó su vida desde el nacimiento.
Romasanta nació en 1809 en Esgos, Orense, aunque en los registros parroquiales aparece inicialmente como Manuela. No fue hasta los 10 o 12 años, durante su confirmación, que su nombre cambió oficialmente a Manuel. Este detalle, aparentemente anecdótico, es clave para entender la complejidad de su identidad: según estudios forenses recientes, Romasanta padecía lo que entonces se conocía como "síndrome de falso hermafroditismo", una condición que hoy se clasificaría como intersexualidad.
"Por un trastorno genético que padecía, en realidad estaba mucho más cerca de ser una mujer que de ser un hombre", explicó Pedro Feijoo, autor de Donde nacen las bestias, en el programa SER Historia. El forense Fernando Serruya, uno de los mayores expertos en el caso, defiende esta teoría: "Hoy sería tratado sin ninguna dificultad, sería un caso transgénero más, de intersexualidad. Pero en 1809, en Horregueiro, eso generaba un conflicto no solo en el pueblo, sino dentro de su propia casa".
Feijoo, que vivió más de un año en Rebordechao para documentar la novela, destaca que "Romasanta empieza la partida en el mundo con muchos elementos jugando en su contra". A pesar de su baja estatura, medía apenas 1,37 metros, fue capaz de seducir y convencer a numerosas mujeres. "Lo primero que te llama la atención es cómo una persona tan bajita fue capaz de seducir a tantas mujeres, cuando en realidad su físico no jugaba a su favor", comenta el autor.
La historia de Romasanta no solo fascina por sus crímenes, sino por su inteligencia. "Era un tipo terriblemente inteligente, muy capaz, y en el último suspiro se inventó toda esta historia de la maldición del lobo, del hombre lobo", relata Feijoo. Esa invención, que buscaba evitar el garrote vil, acabó convirtiéndose en leyenda: "Primero fue rumor, luego leyenda, luego mito, y es lo que ha llegado hasta nosotros".
Hoy, más de 150 años después de su muerte en 1863, la figura de Romasanta sigue generando fascinación. No solo por sus crímenes, sino por lo que representa: un espejo oscuro de una sociedad que no supo entender la diferencia, y que convirtió el miedo en mito.
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