Una mirada al interior
Rosa Moreno, experta en sociología de la moda, nos cuenta el origen y las curiosidades de la ropa interior

La historia de la ropa interior es una de las más apasionantes de la moda. De hecho, aunque actualmente asociamos su uso a la higiene, en sus inicios se utilizaba para proteger las prendas exteriores —evitando cercos de sudor— o para dar forma a los vestidos desde el interior.
Hace ya años desde que en las pasarelas se juega mucho con la idea de sacar el interior al exterior, jugando con corsés y sujetadores sobre las prendas. Pero este juego viene de lejos.
Los calzoncillos
En 1991, dos alpinistas encontraron en la frontera entre Austria y Alemania un cadáver correspondiente a un varón bautizado como Ötzi, que vivió en la Edad del Cobre. Entre su indumentaria, se encontró el taparrabos más antiguo documentado físicamente —data del 3255 a.C.—, que estaba hecho de piel de oveja.
Años antes, cuando en 1922 se descubrió la tumba de Tutankamón, dentro del ajuar funerario se encontraron varios pares de calzoncillos de lino que se ataban a los lados. Parece que en el antiguo Egipto eran más finos.
Si avanzamos en el tiempo, en la actualidad la moda es mostrar los calzoncillos por encima de los pantalones. Esta tendencia parte de las cárceles estadounidenses en los ochenta, donde los cinturones estaban prohibidos por motivos de seguridad. En aquella época la mayoría de la población reclusa eran presos racializados de los guetos, y muchos de ellos adoptaron este hábito que terminó relacionándose con el hip hop.
Ahora que la estética callejera se ha romantizado, firmas como Calvin Klein ponen su logotipo en la goma superior, precisamente, de manera que el look se convierte en anuncio andante.
La camiseta interior
Una prenda que asociamos con el buen vestir y con la elegancia, comenzó en su origen siendo una prenda de ropa interior. Al principio, la camisa se utilizaba para dormir y jamás se dejaba ver.
Esto cambió durante el Renacimiento, cuando las clases pudientes querían lucir las camisas que llevaban, hechas de los materiales más costosos. Así surgió la moda de las cuchilladas: mangas con aberturas por las que asoma la delicada tela de la prenda interior. Poco a poco, la camisa se fue imponiendo y, para el siglo XIX, ya formaba parte del armario de ropa exterior masculino, con el cuello almidonado para la corbata.
El tanga
Otra prenda controvertida es el tanga, con sus defensores y detractores. Surge asociada al mundo del espectáculo, para burlar la censura, porque en la primera mitad del siglo XX los desnudos integrales estaban prohibidos en Estados Unidos.
En sus inicios, el tanga se utilizaba en shows de burlesque, cabaret y circo y estaba asociado a lo marginal. Era una manera de hacer estriptis sin desnudarse del todo.
Rudi Gernreich, inventor del monoquini —curiosa prenda que consiste en un bañador que solo deja ver el pecho tapando el resto del torso— fue también quien llevó el tanga al mundo del bikini en versión masculina y femenina. Lo hizo para burlar la prohibición de 1974, que clausuraba las playas nudistas en Los Ángeles.
Los corsés y sujetadores
La ropa interior femenina ha ido evolucionando con el fin de esculpir el cuerpo de la mujer acorde con las modas imperantes en cada época. Desde el corsé dieciochesco, pasando por las múltiples capas de enaguas que cubrían el polisón, o la moda imperio donde se prescindía del sujetador y los vestidos eran como camisones, hasta los sujetadores cónicos propios de los años cincuenta —que Jean Paul Gaultier actualizó con los famosos corsés puntiagudos para Madonna—.
La reivindicación feminista y el empoderamiento femenino han conseguido prendas más libres, cuerpos más sueltos. La nueva percepción de la ropa interior de las mujeres es mucho más libre y abierta: prendas que antes resultaban escandalosas ahora son tendencia. Todo lo que era censurable ahora sale al exterior expresando rebeldía, sensualidad, libertad o un gusto vanguardista.




