Dan Brown regresa con la saga de Robert Langdon: "Estamos en un momento extraño, pero no es nada nuevo. La humanidad aprende a sobreponerse"

Muy sonriente y hablando español Dan Brown (Exeter, New Hampshire, 1964) recibe a la prensa en la presentación que ha hecho en España de 'El último secreto', que publica Planeta, nuevo capítulo de la saga protagonizada por el famoso Robert Langdon, un personaje que creó hace 25 años y que le convirtió en indiscutible maestro del thriller, con más de 250 millones de lectores en todo el mundo. "Encantado de estar aquí" ha dicho en perfecto español a su llegada al Círculo de Bellas Artes en Madrid. Brown regresa tras ocho años sin publicar, con una trepidante historia protagonizada por el célebre profesor de simbología y con la que pretende repetir el éxito de 'El Código Da Vinci'.

Igual que 'El Código Da Vinci' fue adaptada al cine, la presentación de 'El último secreto' viene de la mano del anuncio de Netflix de convertirla en miniserie. Brown se muestra encantado, "el lenguaje cinematográfico es un lenguaje completamente distinto y es algo que tuve que aprender con la adaptación de 'El Código Da Vinci' de la mano de Tom Howard y de Tom Hanks. También aprendí que las películas no son una réplica exacta de las novelas, sino que se trata de un relato distinto. Creo que la película de 'El Código Da Vinci' preservó perfectamente bien la esencia del libro. Y estoy muy contento con esta adaptación de Netflix, porque tendremos ocho horas para contar esta historia y no dos como en las películas".

El punto de partida de esta nueva novela es el viaje que hace Langdon a Praga para asistir a una conferencia revolucionaria de Katherine Solomon, científica noética con quien ha iniciado una relación. Katherine está a punto de publicar un libro cuyos descubrimientos sobre la naturaleza de la conciencia humana podrían desafiar siglos de creencias. Un asesinato y una misteriosa desaparición sirven para construir el argumento de la novela, que plantea una de las grandes cuestiones del ser humano, lo que sucede después de la muerte.

"Por un lado tenemos el materialismo, que es el campo científico según el cual la conciencia es el resultado de procesos químicos en nuestro cerebro. Y luego hay una nueva tendencia que bebe de distintas ciencias, según la cual lo que se propone es que el cerebro no funciona de la manera que habíamos pensado. Es decir, el cerebro no crea la conciencia, sino que recibe la conciencia. Y esta nueva tendencia no bebe tan solo de la ciencia noética, sino también de las escrituras de las principales religiones. Yo creo que el objetivo de la novela es arrojar luz sobre el hecho que tanto la ciencia como la religión apuntan exactamente a lo mismo. A pesar de que son dos lenguajes distintos, están creando el mismo relato".

Las investigaciones de Solomon podrían hacer cambiar la idea que tenemos de la muerte desde hace siglos, ya que apunta la posibilidad de que la conciencia puede trascender la muerte física, es decir, que la muerte ya no es el final. Al igual que le pasa a Langdon, Brown reconoce haber cambiado completamente su perspectiva. "No se debe a ningún tipo de experiencia religiosa o iluminación espiritual, sino al resultado de haber leído muchísimos tratados de ciencia, y de haber visto cómo van evolucionando esos conceptos. Hubo un momento en la historia en el que pensábamos, por ejemplo, que la Tierra se encontraba en el centro del sistema solar y comenzaron a aparecer algunas anomalías. Entonces Copérnico dijo que el modelo era erróneo. Y todo el mundo dijo que estaba totalmente loco. Sin embargo, una vez que se cambió el modelo y se puso al Sol en el centro del sistema solar, estas anomalías se disiparon. Yo creo, y otros científicos también, que estamos en ese momento de la historia a punto de concebir un nuevo modelo para la conciencia. Y creo que lo tendremos en 10 ó 20 años, o quizá menos quién sabe".

En esta nueva historia que mezcla el thriller y la acción, también hay una historia de amor. Como explica el autor Langdon, personaje que le acompaña desde hace casi tres décadas, es mucho más inteligente que él y su vida más interesante, e igual que ha evolucionado durante todo este tiempo, también creía que era el momento de descubrirle en otra faceta. "Creo que lo que tengo en común con otros autores es que somos capaces de percibir la vida a través de los ojos de nuestros personajes. Los dos hemos ido evolucionando. Tenemos muchas cosas en común, es decir, compartimos la misma fascinación por los códigos, el arte, la historia, los símbolos. Y en este libro compartimos esa fascinación y ese recorrido que nos lleva desde un punto de vista un poco más escéptico acerca de la conciencia a uno menos escéptico. Le siento muy conectado a mí. De hecho, cuando hago los tours promocionales para los lanzamientos de los libros, siempre se me hace un poco raro hablar de él en tercera persona".

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La novela, de casi 900 páginas, está repleta de referencias científicas y de experimentos, todos reales, con los que invita al lector a que investiguen. "Un científico amigo mío leyó el libro y me dijo que le encantó pero que lo tuvo que leer dos veces, la primera vez para su disfrute personal y la segunda vez con el ordenador encendido para verificar todos los experimentos científicos, porque no podía creer que fueran reales. Y sí, lo son". Además, de la cuestión de la conciencia 'El último secreto' plantea otros temas como los límites de la ciencia, los motivos que pueden hacernos cruzar las fronteras morales y por qué la información es peligrosa para el poder. Sobre el momento actual en el que vivimos Brown cree que nos encontramos en un momento extraño, pero que no es nada nuevo. "Es un poco la teoría del péndulo. Yo tiendo a escribir sobre períodos bastante largos y creo que nos hemos enfrentado a este tipo de dificultades antes. Si hay algo que he aprendido con un período como éste, que tal vez torpedea una línea temporal más larga, es que la humanidad aprende a sobreponerse y estoy seguro de que también se va a sobreponer a este momento extraño".

Sobre los desafíos a los que nos enfrentamos con la Inteligencia Artificial el escritor estadounidense, que estudió en Sevilla y al que le encanta leer a Machado, Cervantes y García Márquez, cree que la herramienta todavía comete muchos errores aunque le preocupa lo que pueda pasar cuando intente imitar la creatividad humana. "La inteligencia artificial ya está aquí. Nuestro deber es usarla de manera constructiva, responsable y honesta. Creo que los seres humanos siempre hemos sido capaces de generar tecnología que al final hemos utilizado como un arma de destrucción. Pero hay que recordar que a pesar de que esto es verdad si pensamos, por ejemplo, en los drones, hay que pensar también que el 99,9% de la población utiliza esa misma tecnología para comunicar, para dialogar, para crear, para resolver problemas. No perdamos el foco sobre el hecho de que la misma tecnología que utilizamos como un arma, también en la mayoría de los casos se puede utilizar para el bien".