Cómo dejar de ser un insatisfecho
Francesc Miralles, motivador de 'Si Amanece', guarda bajo la manga algunos secretos para que nos liberemos de la ansiedad de la carencia

Cómo dejar de ser un insatisfecho
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Para los insatisfechos anónimos se acaba de publicar el libro El síndrome del buscador. Su autor, Vicente Ferrio, define así esta dolencia:
«Es la adicción moderna a perseguir lo perfecto/lo ideal y nunca sentirse suficiente. Hasta que no dejes de correr detrás de ideales imposibles —lo cual es como perseguir el horizonte: nunca lo alcanzas—, no lograrás vivir con más autenticidad, sentido y calma.»
En la vida en general, tendemos a estar buscando siempre más porque nos educaron en la idea de que "nunca es suficiente". Esta rueda se para con algo muy simple: decir "valoro lo que tengo" y empezar a saborearlo. Es un cambio de chip: dejar de pensar en lo que falta y empezar a apreciar nuestra vida. Cuanto más agradeces lo que tienes, menos esclavo eres de lo que te falta.
La búsqueda sana de crecimiento te da energía y curiosidad, pero la búsqueda inconsciente te esclaviza. La diferencia está en si disfrutas el camino o solo piensas en llegar.
El síndrome del buscador suele ser más común en los momentos como transicionas de una etapa a otra de la vida. Como, por ejemplo, cuando estás en la crisis de los 40 o cuando estás cerca de la jubilación. Son fases en las que te preguntas: "¿y ahora qué hago con mi vida?"
No se trata de conformarse con lo que tienes, sino de aceptarlo. Aceptar es reconciliarte con tu vida y crear desde ahí. Es como regar las plantas que ya tienes en lugar de soñar con el jardín del vecino.
Está de moda la obsesión por acumular experiencias. El riesgo de esta eventomanía es que acabes viviendo para tachar listas, en vez de saborear la vida. Muchos coleccionan experiencias como cromos, pero no disfrutan ni se quedan con el aprendizaje. Tiene que ver un poco con el riesgo es la superficialidad: llenar la agenda de viajes, cursos y fiestas, pero volver con el mismo vacío de antes. Al final, lo importante no es cuántas experiencias tienes, sino qué haces con ellas y como te transforman.
A modo de síntesis: no corras tanto detrás de la perfección. Cuando agradeces lo que tienes, te liberas de la ansiedad de la carencia. Y cuando actúas desde ahí, empiezas a construir una vida más auténtica y feliz, sin necesidad de perseguir ideales fantasma.




