Maruja Torres habla así de la serie española del momento que ha llegado a ver dos veces: "No os la perdáis"

Madrid

Qué importante es saber reír, saber hacer reír, saber sonreír, saber hacer sonreír y, en resumen, salir mejor de lo que entraste del rato de humor que alguien te regala. Porque sus creadores te ofrecieron sutileza e inteligencia, además de unas cuantas carcajadas irreprimibles y un sentimiento muy hermoso de ternura y compasión por unas vidas atisbadas desde tu sofá.

He visto dos veces la segunda temporada de Poquita fe, maravilla de serie que debemos a Pepón Montero y Juan Maidagán, saboreando el guion ingenioso, la naturalidad de los diálogos, la fluidez de las imágenes y las interpretaciones de un grupo imbatible de actores y actrices, incluido algún que otro delicioso cameo.

La he degustado en dos ocasiones lógicamente porque me ha sabido a poco, pero también porque soy cinéfila vieja y entre medias de las sesiones me fui directamente a disfrutar, también en Movistar, de una joya antigua: El pisito, de Marco Ferreri, con guion (sobre su propio libro) del inigualable Rafael Azcona.

Quería ver cómo era necesitar piso hasta el punto de casarse con una agonizante anciana para heredarlo, en aquella España de 1958 y compararlo con algo parecido que intentan hacer Raúl Cimas y Esperanza Pedreño en una gran urbe de 2025.

El doloroso humor de Azcona y la puesta en escena de Ferreri nos trasladan a un pasado en blanco y negro, más bien negro y gris. Un puñetazo en el estómago. Era una época a la que ahora algunos quieren volver; en donde mandaban los amos de bigote fino.

Poquita fe segunda temporada ofrece ese mismo sentimiento de urgencia habitacional depurado por la simple presencia, como telón de fondo, de un país mejor. Mal que les pese a los cenizos y aunque tengamos adosados protegidos por alarmas que suenan simultáneamente. No os la perdáis. La serie. Ni la peli antigua, que es muy instructiva.