Arundhati Roy: "No hay otra opción que politizarse para no ser aplastados por el mundo"
La escritora india, ganadora Booker con 'El dios de las pequeñas cosas', regresa con 'Mi refugio y mi tormenta', sus memorias donde cuenta la complicada relación que tuvo con su madre

La escritora Arundhati Roy / CEDIDA

La escritora Arundhati Roy fue todo un fenómeno literario en los noventa gracias a El dios de las pequeñas cosas. Con sutilidad, poesía y originalidad adentró a muchos lectores y lectoras en la infancia de dos hermanos en La India. Eran cristianos y vivían en una familia curiosa y atípica. Ganó el Premio Booker en 1997 y su vida cambió completamente. Dejó la arquitectura y el cine y se embarcó en la literatura, un oficio que solo entiende de una manera comprometida y pasional. “Ser escritor no va de escribir más de treinta y cinco libros y ganar premios. Se trata de vivir la vida de un escritor por completo”, dice sobre su obra, en la que combinan novelas donde se mezcla la ficción y la realidad y sus relatos periodísticos, como aquellos en los que se enroló en la selva para desmentir a los medios de comunicación sobre la guerrilla comunista, los naxalitas. “Si alguien podía entrar en esa selva que estaba siendo masacrada era yo y contribuir a romper esas mentiras”, nos cuenta en una entrevista en Madrid.
Ha venido a presentar su nueva novela, Mi refugio y mi tormenta,(Alfaguara) donde cuenta la tensa y curiosa relación que ha mantenido con su madre a lo largo de su vida. Su madre murió en 2022 y ahí decidió volcar todo en una nueva novela. “Cuando mi madre falleció, me sorprendió mucho mi propia reacción. Gran parte de tu vida tiene que ver con esa persona. Y cuando desaparece, no tiene sentido. No podía hacer nada más que escribir. Sentía que esta mujer pertenecía a las páginas de la literatura, no solo porque fue una gran mujer, sino también porque estaba loca y era racializada. Era muchas cosas y, sobre todo, no tenía miedo de ser todo eso”, dice de su madre.
Una mujer que fue todo un icono feminista, pero que trató a sus hijos de un modo nada cariñoso y hasta violento, como retrata en el libro. Castigos, juicios de valor y hasta, como recuerda la escritora, les pegaba si no sacaban buenas notas. Arundhati Roy rechaza hablar de maltrato. “Lo que pasa hoy es que, especialmente en Occidente, todos van a un psicólogo y le pone nombre a las cosas. A veces eso es útil, pero otras veces es una excusa y eso puede resultar falso. No me gustan las etiquetas, creo que los seres humanos son muy imperfectos y ambiguos y, a veces, crueles y a veces maravillosos. No se puede etiquetar a la gente o describirte a ti mismo con las etiquetas de otras personas”, insiste.
Se fue de casa, dejó de hablar con su madre durante un tiempo, pero siempre estuvo presente en su vida. Eso es lo que trata de contar en una novela en la que se adentra en la relación madre e hija, rompiendo los tópicos edulcorados de la literatura o de la madre demoníaca. “En Estados Unidos y Occidente se da ese estereotipo de madre demoníaca, que es responsable de todo lo que está mal en tu vida. No es lo que yo quería contar. Quería mostrar a una mujer que no tenía miedo a todos los aspectos de su personalidad, porque las mujeres, especialmente en países como la India, están muy entrenadas para complacer a la gente, para complacer a los demás, para criar hijos y adorarlos. Mi madre no se parecía en nada a eso, y eso que nació en un pequeño pueblo en el sur de la India”. Mary Roy era una mujer imprevisible, que condicionó a sus hijos. Cuenta la escritora que cuando publicó su primera novela, su madre se ingresó en un hospital de forma preventiva, no quería leer cómo la había retratado en esas páginas.
Ahora, en esta nueva novela, que ya ha presentado en el mundo anglosajón, cuenta también aspectos íntimos de su vida. Por ejemplo, que se fue de casa, y que descubrir a los Beatles fue fundamental, de ahí el título en inglés de la novela, Mother Mary comes to me. “Su música fue muy importante, porque me dieron ese espíritu de poder sonreír y alejarse de alguna manera de lo malo. Fue, en gran parte, gracias a eso, por lo que no me convertí en una persona amargada, ya sabes. De hecho, yo me fui de casa no porque odiara mi casa o porque fuera infeliz, sino porque quería ser más feliz, quería convertirme en alguien fabuloso y en la ciudad en la que vivíamos no se podía”. Por eso se fue, estudió arquitectura y luego a hacer películas. “No era lo que quería, pero aprendí muchas cosas, por ejemplo a dialogar como habla la gente. Disfruté mucho, pero después de trabajar en dos películas me di cuenta de que soy una persona que trabaja mejor sola. Me gusta controlar todo en mi trabajo”.
Después llegó el éxito de El dios de las pequeñas cosas y su fulgurante carrera literatura, con obras como El final de la imaginación o El misterio de la felicidad suprema. En todas ellas con una vocación de unir lo íntimo y lo político. “No ha sido una opción para mi”, nos dice sobre su compromiso y activismo. “No nací en el seno de una familia tradicional, ni con ese tipo de protección familiar y masculina, un marido que te dice qué hacer, qué pensar, que te dice que te va a proteger. Nosotros no hemos tenido eso. No había otra opción que politizarse para tratar con el mundo, para que no te aplastaran”, recalca la autora que cuenta como su madre fue feminista por las circunstancias y luchó contra la Ley de Sucesión Cristiana de Travancore, que discriminaba a las mujeres en cuanto a la herencia. Ganó una batalla legal contra su madre y su hermano en 1986, cuando el Tribunal Supremo de la India dictaminó un fallo histórico que reconoció los derechos de las mujeres a heredar. “No es que mi madre decidiera ser una activista del feminismo, luchó por ello porque la echaron de su casa. Es la demostración de que lo que pasa en la vida pública te afecta en la vida privada”, insiste Arundhati Roy, una escritora que vuelca en su obra la riqueza de un país lleno de culturas e identidades diferentes.
"No era lo suficientemente hindú. No era lo suficientemente cristiana. No era lo suficientemente comunista. No fui suficiente. Fuimos víctimas del colonialismo, pero ahora veo la belleza del hecho de que puedo escuchar música clásica india, los Beatles, puedo ponerme un sari, o decidir no ponérmelo. Es un regalo tener tantas cosas a disposición y no me refiero a la globalización. Hablo de ver las cosas desde un punto de vista universalista".

Arundhati Roy de joven en la portada de su nueva novela, Mi refugio y mi tormenta / CEDIDA

Arundhati Roy de joven en la portada de su nueva novela, Mi refugio y mi tormenta / CEDIDA
Su madre sufrió, en la escuela que dirigía, la censura por querer representar el musical Jesucristo Superstar. También Arundhati Roy ha sufrido censura, algo que ahora ha llegado también a países como Estados Unidos. "La censura siempre ha estado ahí. Estados Unidos siempre ha pretendido ser el ejemplo de la libertad expresión, pero es una expresión, porque en realidad la libertad es para el mejor postor, es una subasta. Hay una especie de consenso sobre lo que los grandes periódicos pueden decir y lo que no pueden decir. Las noticias falsas siempre han existido, de hecho, la guerra de Irak comenzó con noticias falsas en los principales medios de comunicación. Quizá ahora sea diferente. Gente que busca una censura más brutal”. De hecho, acaban de denunciar este libro, Mi refugio y mi tormenta porque en la portada hay una foto de la escritora de joven fumando. "A veces es una censura ridícula, a veces es muy serio. En lugares como Cachemira incluso cortan internet cuando quieren. Lo que pase es que ahora esto empieza a pasar en occidente, EE. UU. o Reino Unido, donde ya solo se puede decir lo que el régimen acepta”.
Su activismo continúa. No se amilana y sigue enfrentándose al gobierno de su país. "Los medios de comunicación indios ni siquiera están comprometidos, solo persiguen a las minorías, a las personas. Son propiedad de grandes corporaciones y pueden tener hasta veintisiete canales de noticias, mientras minan la selva y expulsan a los pueblos indígenas de sus tierras. Sin la ayuda de los medios de comunicación, este gobierno fascista de derechas no podría sobrevivir".

Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...




