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El topillo, la especie monógama que ha permitido conocer las claves del amor entre humanos

Esta conducta, poco común en el reino animal, ha convertido a estos topillos en un modelo de estudio fundamental para la ciencia del comportamiento

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¿Puede un pequeño roedor ayudarnos a entender por qué nos enamoramos, nos emparejamos y, a veces, nos separamos? La respuesta es sí. En A vivir que son dos días, el genetista Miguel Pita explicó cómo los topillos de campo, unos roedores similares a ratones, se han convertido en una pieza clave para descifrar los mecanismos biológicos del amor humano.

Entre las distintas especies de topillos, hay una que destaca por su comportamiento monógamo: forma vínculos de pareja duraderos, busca a su compañero o compañera y permanece fiel. Esta conducta, poco común en el reino animal, ha convertido a estos topillos en un modelo de estudio fundamental para la ciencia del comportamiento.

"Los topillos son el organismo modelo del que más información hemos obtenido para comprender qué pasa en la especie humana", explicó Pita, que investiga en la Universidad Autónoma de Madrid. La clave está en la genética: "los topillos monógamos tienen una mayor densidad de receptores de oxitocina y vasopresina —dos neurotransmisores implicados en la formación de vínculos afectivos— en determinadas zonas del cerebro". Cuando estos receptores se modifican genéticamente, "el comportamiento del animal cambia: un topillo fiel puede volverse promiscuo, y viceversa", explica.

Este hallazgo ha permitido establecer paralelismos con los humanos. Aunque nuestra conducta está mediada también por factores culturales y sociales, la biología tiene un peso importante. "Hay personas que, por su genética, tienen más receptores de oxitocina en el cerebro, lo que se asocia a una mayor capacidad para establecer relaciones estables", señaló el investigador.

Eso sí, a diferencia de los topillos, los humanos tenemos una ventaja: la capacidad de decidir. "Nosotros podemos sobreponernos a nuestra genética. Aunque tengamos una predisposición, podemos elegir cómo queremos vivir nuestras relaciones", añadió Pita.

El estudio de los roedores ha abierto una ventana fascinante al entendimiento del amor humano desde una perspectiva científica. Y aunque no podamos escanear cerebros en plena cita o medir la oxitocina en un bar de copas, los topillos nos recuerdan que el amor, por muy romántico que parezca, también tiene una base biológica.

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¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando nos enamoramos?

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