Las invenciones de la memoria
Francesc Miralles nos cuenta qué hacemos con los recuerdos, tanto a solas como en grupo

Las invenciones de la memoria
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¿Hasta qué punto es real lo que recordamos? ¿Sucedió realmente así o hay partes que nuestra mente modifica o inventa? El novelista británico Julian Barnes dedica un capítulo acerca de eso en su reciente ensayo, Mis cambios de opinión.
Barnes nos viene a decir que los recuerdos se deterioran con el uso. La memoria no es como una taquilla donde recuperas el equipaje intacto. Cada vez que recordamos algo, lo alteramos un poquito; le metemos literatura. Por eso las historias que hemos contado más veces son las menos fiables.
El novelista también habla sobre los "trasplantes de recuerdos". Como cuando tu madre te cuenta algo que hacías de pequeño y lo acabas integrando como si fuera un recuerdo propio. El ensayo Mi 69 de David Trueba, por ejemplo, es un continuo trasplante de recuerdos, pues habla del año en el que él nació —algo que es imposible recordar—. Esas memorias prestadas empiezan así: "Este es un libro imposible de escribir. Porque solo sé escribir de lo que conozco, y aquí pretendo hablar del lugar al que llegué (…) Pero que no era un lugar mío, sino un lugar de acogida".
Cuenta Barnes que su hermano, profesor de filosofía, en 1976 asistió a un congreso sobre estoicismo en Chantilly, al norte de París. El organizador, un tal Brunschwig, le esperaba en la estación. Sin embargo, el hermano de Barnes recuerda que se pasó de estación y tuvo que acudir en taxi al congreso, llegando cuando ya estaba empezado.
Pero aquí viene lo maravilloso. Comentando aquel evento años después con Brunschwig, Barnes asegura que el organizador "recordaba que lo había esperado en el andén de Chantilly y que reconoció a mi hermano en cuanto se apeó del tren". ¿No es fabuloso?
A veces estos fallos de memoria son colectivos, lo cual es aún más fascinante. El "efecto Mandela" se da cuando un grupo —a veces muy numeroso— de personas comparte un recuerdo falso. Por ejemplo, en el 2009, una investigadora recogió que miles de personas recordaban que Nelson Mandela había muerto en la cárcel en la década de 1980, cuando en realidad viviría hasta el 2013. La explicación de este fenómeno es compleja y tiene que ver con los huecos que rellena la memoria.
Otro ejemplo que se suele citar para esta clase de fenómeno es el de C-3PO, que todo el mundo recuerda como un robot de piernas doradas, cuando en realidad tiene una pata dorada y otra plateada. La memoria tiende a completar huecos e incluso a cimentar con fantasía aquello que no existe o que nunca ha ocurrido.
Todos tenemos falsos recuerdos individuales. Miralles, por ejemplo, cuenta que hay un aforismo de Buda que acostumbra a citar y que le aseguran que el iluminado nunca dijo. "Ha de ser tuyo", le insiste Héctor García, "pero por alguna razón se lo atribuyes a él".
Tomando en cuenta todas las invenciones de nuestra mente, entonces, más que la realidad… ¿no será que cada uno vive su propia novela o película?




