La dictadura y las mujeres
Los jóvenes de ahora no entienden cómo una gestora de inversiones buitres intenta echar de su casa a una mujer de 87 años porque tenía prohibido firmar el alquiler

Madrid
Todavía quedan en España personas, inercias y reacciones franquistas enquistadas en alguna institución vertebral, en algún partido, en alguna asociación.
Las detectamos cuando se producen asedios a las sedes de formaciones de izquierda, ataques callejeros a los homosexuales, desprecios a los derechos de la mujer, como el aborto.
Y quedan reflejos franquistas también en algunas empresas
La mayoría de jóvenes de ahora, incluso los más interesados en lo que pasa este país y ahora mismo están escuchando Hora 25, y lo celebramos mucho, no pueden entender de ninguna manera cómo una gestora de inversiones buitres, Urbagestión, intenta echar de su casa de Madrid a Maricarmen, de 87 años. Solo porque su madre no pudo firmar, hace muchos años, el alquiler de un piso conjuntamente con su marido: al morir este, ya sí pudo hacerlo subrogándose como inquilina; pero no Maricarmen, la hija, porque sería una segunda subrogación. La quieren echar.
El secreto del asunto es que la madre de Maricarmen no pudo firmar. La dictadura no permitía a las mujeres rubricar un contrato de alquiler. Durante años, ni siquiera tener una cuenta corriente. Y las esposas de los propios militares que desarrollaban profesiones culturales, de bibliotecaria o de cantante de ópera, debían renunciar a su trabajo, se ve que muy peligroso, so pena de que a sus maridos les expulsaran del Ejército.
Adiós a esa basura. Y nunca hasta la vista.

Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...




