Boyero recuerda la mayor maldad que le hizo a un "amigo" en la niñez y cómo se le volvió en contra al instante
El joven crítico de cine se quedó sin el mejor regalo de cumpleaños

Boyero recuerda la mayor maldad que le hizo a un "amigo" en la niñez y cómo se le volvió en contra al instante
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Carlos Boyero tuvo una infancia complicada. Cuando tenía diez años sus padres le mandaron a un internado religioso en Salamanca, donde estuvo hasta aproximadamente los 15 años. Una época marcada por la represión y los castigos. "Fueron años repugnantes", ha dicho en Por el principio, reconociendo que se convirtió en un lugar en el que le deseducaron para siempre.
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El crítico de cine pasó de ser un niño ejemplar, aunque no especialmente piadoso, que sacaba buenas noras, a convertirse en un muchacho malo y rebelde. "Me suspendieron en todas y me hice un niño malo, entre comillas. Alguna vez la ira la desahogaba partiendo cristales", asegura. Ese carácter se lo llevó consigo fuera del colegio y ha compartido una de las anécdotas que más recuerda de sus travesuras.
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Carlos Boyero, el niño que se escapaba para ir al cine
Una amiga muy cercana a su madre tenía un hijo que Carlos Boyero no soportaba. Un día, cuando visitaba a su madre en su casa, le pidió al joven Carlos un favor: quería que fuese a la librería donde tenían cuenta y le comprase a su hijo todos los libros que a él le encantaban, pues pensaba que le gustarían los mismos. El crítico de cine ya era entonces un ávido lector, encontrando en los libros un refugio de la violencia a la que estuvo expuesto en los años del internado. Julio Verne, Robert Stevenson y Charles Dickens son algunos de los grandes autores que le acompañan aún de adulto.

"Fíjate lo cabrón que debí de ser desde pequeñito que fui y en la colección Historia Selección había títulos horrendos como esos de Joselito y Marisol. Compré todos esos en vez de los que a mí me gustaban", ha dicho Boyero. El crítico de cine y periodista se refiere a la colección de Bruguera, una serie de libros ilustrados de novelas clásicas y de aventuras, publicada en los años 60, que acercó a la lectura a muchos jóvenes de la época, especialmente en España. Aunque algunos adaptaban éxitos del cine español de la época como las películas de Joselito, Rocío Dúrcal o Marisol, las más conocidas fueron las que formaban la serie Clásicos Juveniles.
El travieso Boyero aseguró a la amiga de su madre que esos títulos le iban a encantar a su hijo, pero la jugarreta se volvió en su contra. El 2 de mayo, día de su cumpleaños, la familia de este chico, que siempre le hizo regalos, optó por no entregarle nada ese año. La madre del chico afectado preguntó a Boyero si no le había sorprendido la ausencia de regalo y le dijo: "Tengo una idea, que compre todo lo que mi hijo quiera." El crítico recuerda su reacción: "Me debí de dar con la cabeza contra la pared por haber sido malvado y me debí de ir a confesar porque era un pecado lo que había hecho. Me quedé sin llevarme a mi casa todo lo que más me gusta."




