Pesca, fosfatos y tierras raras, el tesoro del Sáhara Occidental
La riqueza en recursos naturales del Sáhara Occidental sigue siendo la clave en la disputa de este territorio cuando se cumplen 50 años de la Marcha Verde

El tesoro del Sáhara Occidental
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España abandonó su última colonia el 27 de febrero de 1976 forzada por una movilización popular de Marruecos hacia el Sáhara Occidental conocida como la Marcha Verde que, con el dictador Franco agonizante, aumentó la presión internacional para ceder la soberanía. Se acaban de cumplir 50 años de aquello, pero la riqueza en recursos naturales del Sáhara Occidental sigue siendo la clave en la disputa de este territorio de 266.000 kilómetros cuadrados.
Bañado por el Atlántico Norte, el Sáhara Occidental es uno de los bancos pesqueros más ricos del mundo. Entre sus minerales en tierra, posee el mayor yacimiento de fosfatos a cielo abierto del mundo con una pureza de casi el 90%. De hecho, como explica el abogado Sidi Talebbuia, desde que Marruecos ocupa el Sáhara Occidental y empieza a explotar esa mina se convierte en el principal exportador de fosfatos del mundo. También España, tras su salida, mantuvo durante años su participación en la principal empresa de explotación de esos recursos y se benefició de un trato privilegiado con Marruecos para la pesca en el banco canario-saharaui.
La Unión Europea también busca beneficiarse de esos recursos naturales a través de un convenio que ha sido recurrido dos veces por el Frente Polisario. La última, consiguió que se anulara en octubre de 2024 por no contar con el consentimiento del pueblo saharaui para la explotación de sus recursos. Talebbuia hace referencia a un principio básico del derecho internacional que es la soberanía permanente de los pueblos sobre sus recursos naturales y que las instituciones europeas han tratado de sortear. “Ahora hay un preacuerdo en marcha dentro de la Unión Europea en el que dicen que se presume el consentimiento del pueblo saharaui, pero no se le pregunta al pueblo saharaui. Entonces, nos encontraremos de nuevo en otra batalla judicial”, explica.
Mientras tanto, se siguen explotando los caladeros y la mina de fosfatos a cielo abierto de Bucraa, que cada vez es más grande. “Hay una explotación descontrolada”, denuncia el abogado. A vista de pájaro se aprecia una línea blanca de 100 kilómetros desde la mina hasta el mar. Asegura Talebbuia que “es la cinta transportadora que en su momento construyó España”.
Pero si hay un recurso natural en juego en este momento en el Sáhara Occidental son sus tierras raras. Allí está el 10% de la Reserva Mundial de telurio y cobalto. China y Rusia ya tienen acceso a otras explotaciones, pero el bloque que forman Estados Unidos, Reino Unido y Francia quiere acceder a esas tierras y lo va a lograr a través de Marruecos, según Talebbuia. “Esa es la clave que explica la vehemencia de Estados Unidos en su defensa acérrima de la supuesta soberanía marroquí sobre el Sáhara” y también el cambio en la posición de España, explica el abogado. Todo por el control del llamado petróleo del siglo XXI.
Aunque el expolio no se limita a esos recursos naturales. Talebbuia señala que en la parte sur del Sáhara Occidental hay una explosión de turismo low cost, turismo exótico y surf, pero subiendo un poco hacia el norte lo que aparece es “un mar de plástico” formado por los melones y tomates que se venden en los mercados europeos, lamenta. Se pueden plantar esos frutos porque esta es una de las zonas más ricas en agua subterránea de todo el desierto del Sahara, pero esos acuíferos esenciales se están esquilmando y contaminando con los fertilizantes.
Lejos de proteger esa tierra, Marruecos plantea convertir el puerto en un gran centro logístico industrial para África, América y Europa. “Marruecos necesita afianzar y legitimar de alguna manera su presencia en el Sahara”, explica el abogado. De ahí sus acciones para incentivar el asentamiento de colonos en ese territorio con incentivos fiscales para empresas y ciudadanos.
Una vida bajo ocupación
Cuando el rey Hasán II llama a la Marcha Verde en 1975, Rabat consideraba suyo un territorio que España se disponía a abandonar porque había aceptado la propuesta de la ONU de iniciar el proceso de descolonización y celebrar un referéndum de autodeterminación. Por entonces, y según el censo oficial, vivían en la ex colonia 75.000 saharauis y 30.000 españoles. La familia de la diputada saharaui Tesh Sidi guarda la memoria de cómo era la vida en lo que todo el mundo conocía como la provincia española número 53.
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Sus padres son originales del Aaiún. Su padre se crió primero con sus tíos hasta la mayoría de edad, cuando vuelve al Aaiún y empieza a trabajar en las minas, hasta que recibe la llamada de la movilización organizada por parte del Frente Polisario, que entonces aún estaba en la clandestinidad. No se politizó tanto su madre, que tenía solo 18 años en 1976. Recuerda su infancia como “beduina”, en palabras de su hija. La infancia de una niña que “ha tenido que criar a sus hermanos con su padre”. Recuerda sufrir las consecuencias de la Marcha Verde, “cómo llegó en shock a los campos de refugiados”, cuenta Sidi. “Le ha producido una conmoción dolorosa y no le gusta hablar de ello”.
Sidi recuerda una “pequeña alegría y frustración” por parte de su padre cuando obtuvo la nacionalidad española en 2022. Él guardaba la esperanza de dejarle a su hija la casa familiar en el Aaiún, aunque con la desazón de saber que no llegaría a ver un Sáhara libre. Pero ella le respondió: “yo por dignidad jamás voy a vivir bajo ocupación”.
El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la semana pasada una resolución que respalda la reclamación de soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, alejando a los saharauis del prometido referéndum que defendía la propia ONU incluso antes de la salida de España. “Marruecos gana una batalla más comunicativa y política que jurídica”, dice Tesh Sidi. “Yo creo que esta sentencia hay que leerla en un contexto internacional en el que no existe multilateralismo, donde Trump quiere resolver todos los conflictos en tres días”.
La diputada subraya que establecer la ocupación no va a resolver las cuestiones identitarias. “Aunque nos impusieron la autonomía, jamás nosotros nos vamos a reconocer como marroquís y ahí es donde reside el problema real”, insiste. “Creo que el pueblo saharaui y el Frente Polisario tampoco pueden hacer como que no ha pasado nada. Hay que revisarse y ver que el movimiento solidario se ha despolitizado, es decir, que la cuestión del Sáhara Occidental en España se está convirtiendo en una cuestión humanitaria”.
Difícil reconciliación
En la capital del Sáhara Occidental todavía quedan huellas del paso de España: el Palacio Municipal, la Iglesia o el antiguo parador. La urbe de edificios bajos en medio del desierto alberga casi medio millón de habitantes. La ciudad nació con la colonización en un territorio históricamente nómada y organizado en tribus. Hasta allí se ha desplazado el periodista de la SER Marc Ferrà para comprobar su ritmo tranquilo y nocturno.
Por el aniversario de los 50 años de la salida española, la ciudad está engalanada, con calles llenas de luces, miles de banderas marroquíes y fotos de Mohamed VI que cubren vallas y fachadas. La clase política habla de un antes y un después por una resolución de la ONU que “zanja de forma definitiva el conflicto del Sáhara”. En la calle se percibe euforia en las celebraciones de esta Marcha Verde, pero también incertidumbre por cómo se va a trazar esta nueva etapa que Marruecos ya ha anunciado que centrará en desarrollar el plan de autonomía y negociarlo.
La ciudad está blindada con mucha presencia policial por las celebraciones. Hace tiempo que no hay protestas o intentos de protesta contra el plan marroquí porque en el pasado las autoridades no las han permitido. Hay gente que vive en el Sáhara contraria estar bajo soberanía marroquí que son favorables al Frente Polisario, aunque explican que, con el crecimiento de la región, la llegada de nueva población, actualmente son minoría. Hablar de ellos en Marruecos es algo tabú, y se refieren a ellos como los que están en Tinduf.
El rey, tras la votación de la ONU, dijo que no puede haber ni vencedores ni vencidos e hizo un llamamiento a las personas que están en los campamentos de Tinduf para que vuelvan al Sáhara. Una reconciliación que medio siglo después es imposible saber si algún día se producirá. Tesh Sidi lamenta que “la desmemoria en España imposibilita que las soluciones sean desde la reparación y la justicia”. Pero celebra la resistencia del pueblo saharaui que, con un arraigo identitario que está por encima de la cuestión territorial, dice, no se conformará.




