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Megan Maxwell lanza un mensaje a los que la despreciaron por ser hija de una madre soltera: "Es para flipar"

La escritora de éxito recuerda el señalamiento que sufrió por no tener padre en los años 70 en España

Megan Maxwell lanza un mensaje a los que la despreciaron por ser hija de una madre soltera: "Es para flipar"

Bajo un pseudónimo y tras ser rechazada por varias editoriales al principio de su carrera, Megan Maxwell persistió en su decisión de escribir novelas y ahora ha pasado por los micrófonos de El Faro para presentar su libro número 62, Ande, ande, ande, la Mari Morena. María del Carmen Rodríguez del Álamo Lázaro sacó su espíritu "guerrero" del que se empapó a lo largo de su infancia al criarse entre mujeres y no solo acabó cumpliendo su sueño, sino que ha vendido millones de ejemplares y sus textos han sido traducidos a al menos diez idiomas.

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Una casa de Aluche, en la capital española, repleto de mujeres, fue el refugio de una niña que conoció el placer de la lectura gracias a su madre y que llegó a escribir casi una decena de diarios. Una infancia feliz aunque marcada por un hecho que la sociedad de entonces no estaba preparada para normalizar: ser hija de una madre soltera.

Megan Maxwell: "En mis libros, si ellos les prohíben hacer topless, ellas se desnudan íntegramente".

Su madre es natural de Toledo, su padre es estadounidense y se conocieron en Alemania, donde ella misma nació, en Núremberg, en el año 1965. Su padre fue llamado a filas para acudir a la guerra —o eso le ha contado siempre su madre— y nunca más volvieron a verlo. "Mi madre, de pronto, se vio sola en Alemania con una niña, sin que mis abuelos supieran que yo había nacido", cuenta.

Ambas llegaron a una España de finales de los años 60 que veía con sospecha y, en ocasiones, desprecio que la madre de Megan Maxwell fuera soltera. Esto le ocasionó en muchos momentos a lo largo de su infancia y adolescencia, llegan a reconocer que se ha pasado la vida defendiendo a su madre. "Recuerdo ir de pequeña al pueblo y lo típico de mirarme o gestos. Al principio no lo entendía, pero cuando creces te das cuenta. Yo oía que hablaban algo de mi madre y yo rápidamente saltaba", sostiene.

De ahí que una de las frases que más le repetía su madre fuese: "Tú no eres menos que nadie". "Hoy en día no pasa nada por ser hija de madre soltera, hemos evolucionado bastante en ese sentido. Pero sí que pasaba cuando yo era pequeña y mi madre me tenía que repetir muchas veces: 'Tú no eres menos que nadie'. Había personas que con sus miradas, con sus gestos, con su desprecio, te lo hacían sentir."

La escritora recuerda, además, que muchos de aquellos que le hicieron sentir mal o la señalaron por tener una estructura familiar distinta, ahora les encanta decir que son de su familia. "Es para flipar", concluye.