Decolonización en los museos: el Museo Antropológico y el Museo de América cambian sus exposiciones permanentes

Vivimos en sociedades diferentes, multiculturales, que nada tienen que ver con las de hace 50 años o 100. Ni siquiera el orden mundial es el mismo. "La propia antropología a lo largo de su evolución ha legitimado un orden mundial ahora en cuestión" asegura Fernando Sáez, director del Museo Nacional de Antropología, que tras meses de trabajos con comités de expertos independientes y del propio museo, inicia un proceso de cambio, en clave colonial y de género, adaptado al nuevo marco internacional. Un cambio que ya han iniciado grandes instituciones como la National Gallery de Londres o el Rijkmuseum de Países Bajos, que en 2021 abrió sus puertas a aquella influyente exposición sobre la esclavitud, que supuso un punto de inflexión en el relato de la decolonización de los museos. Conscientes de que no pueden hacer las cosas al gusto de todos, tanto el Antropológico como el Museo de América inician este camino, que no pretende cambiar la narrativa sino contextualizarla y resignificarla, y que de momento, no incluye la devolución de ninguna pieza a su país de origen.

No es un trabajo que comience ahora ni tampoco que solo afecte a estos dos museos, como ejemplo el cambio de cartelas en el Museo del Prado, pero en concreto el Museo Antropológico y el de América eran los que tenían "necesidades más patentes en actualizar sus relatos" según Mercedes Roldán, subdirectora general de Museos Estatales. El objetivo es "subsanar sesgos, omisiones, plantear la museografía en un plano de igualdad, en horizontalidad, hacer participar a las comunidades, e iniciar un proceso de reparación de narrativas y justicia social", algo que comenzó a hacerse hace algunos años con exposiciones temporales, talleres y actividades. El Museo de América ya inició la renovación de cartelas y en 2021 el Museo de Antropología desmontó la sala de los Orígenes.

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Estructurado en tres partes, el proyecto del Museo de Antropología tiene como eje central la pedagogía. Un cambio de identidad que coincide con sus 150 años de historia. "Se trata de un ejercicio de autocrítica, que entiende el colonialismo desde un mundo multicéntrico, que aborda la teoría de las razas, ahora deslegitimada, que fue construida sobre ideas que son injustas y que condicionan el relato", explica su director Fernando Sáez. La idea es convertir el museo no en una exposición cerrada, sino en un concepto que intenta "romper con la exposición de vitrinas, con muchos objetos interactivos, que sea dinámica y que genere pensamiento". Se trata de tener en cuenta que hay distintas maneras de estar en el mundo, a través de "estrategias que mezclan lo temporal con lo permanente, sin dar la espalda a los debates sobre la semántica de los objetos". Y hacerlo a través de nuevos significados, hasta ahora desconocidos, e implicando a las comunidades.

La primera parte de la exposición permanente llevará por título '¿Para qué queremos que sirva?. Un nuevo museo', presentará los principios de la Antropología como disciplina ligada al colonialismo en el siglo XIX, para poner en evidencia esa mirada eurocéntrica que está en los orígenes de los museos, a través de temas como el extractivismo, el esclavismo o la evangelización, somo sistema de dominación. La segunda parte, '¿Cómo podemos?. Habitar el mundo', presentará un recorrido por las cosmologías de distintas culturas, que permitirán acercarse a conceptos como la sostenibilidad, la identidad o las migraciones. En la última, '¿Cómo proponemos?. Remediar el presente: laboratorios de imaginación social', distintas comunidades y colectivos abordarán problemáticas como la emergencia climática, ofreciendo su propio relato sobre la historia.

El individuo en el centro

En el caso del Museo de América, creado hace 86 años, la exposición actual es de 1994. Aquí el principal cambio es "el giro que se ha dado al protagonismo de los objetos por el de las personas, descendiendo a un nivel más identitario, buscando la perspectiva de los individuos", asegura su director, Andrés Gutiérrez. "La sociedad actual ha cambiado, es mucho más diversa, la perspectiva es multifocal porque los usuarios son también más diversos. El museo de América es un museo dedicado a un continente, no es un museo de historia, no es un museo de geografía, y eso hay que explicarlo en el discurso pero rompiendo con la temporalidad. Hay que hacerlo evitando narrativas sesgadas, abriendo espacios de diálogo y aportando las voces de comunidades y grupos". Y lo hará teniendo en cuenta obras de vanguardia con la incorporación de artistas contemporáneos, que están tratando estas nuevas preocupaciones.

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El nuevo proyecto contempla cuatro nuevas secciones interrelacionadas. 'Imaginarios', que parte del propio museo como fuente de conocimiento y de los gabinetes de coleccionistas europeos, a partir de los que se construyó esa realidad americana, y que también analiza el origen de sus colecciones en las expediciones científicas del siglo XIX. La segunda sección 'Personas y seres', reflexiona sobre los individuos y la mirada colonial, que planteaba estereotipos de salvajismo, que hoy siguen sosteniendo prejuicios racistas, y cómo se ha construido esa invisibilidad a partir de la esclavitud y la diáspora africana. 'Conflictos y resistencias' aborda las tensiones y desavenencias, la misoginia, la transfobia, el clasismo y la xenofobia. 'Cosmovisiones y saberes' supone un retorno a los criterios vinculados con la colonialidad del saber, vinculados a conceptos como el espacio y el tiempo, la creación artística, los mestizajes artísticos y la relación con el entorno.

Inspirados en los trabajos de museos de Roma, Lisboa, o el Museo Africano de Colombia, de momento estos cambios no incluyen la devolución de piezas pero, insisten sus responsables, que no se va a rehuir el debate. "Se trata de abordar sin miedo conceptos como la conquista, explicando los procesos históricos que han articulado las relaciones con otros países". Para el diseño y ejecución de proyectos el ministerio cuenta con un presupuesto de casi 14 millones de euros, 4,4 millones de euros para el de Antropología, 9,2 para el de América. Está previsto que los trabajos se alarguen 18 meses, y que las nuevas museografías estén listas en 2028. Se intentará el menor impacto, y que los cambios se realicen por fases para evitar el cierre total de los museos. En el caso del Museo de Antropología, con mucho menos espacio, se intentará que el período de instalación sea el más breve posible.