Juicio al true crime: ¿dónde acaba la justicia y comienza el espectáculo?

Últimamente asistimos a un fenómeno cada vez más frecuente: historias judiciales que saltan del sumario a la pantalla casi sin transición. Casos complejos, con decisiones delicadas, que se convierten en documentales, pódcasts o series mientras aún resuenan los ecos del juicio. En Juzgado de Guardia lo hemos visto cuando hemos tratado los casos de la Guardia Urbana, de los hermanos Menéndez o del Monstruo de Florencia.

El debate nace de que consumimos esos relatos con la misma naturalidad con la que seguimos una producción de ficción. Pero… ¿dónde acaba la justicia y dónde comienza el espectáculo? ¿Hasta qué punto estos relatos ayudan a comprender… y cuándo corren el riesgo de sustituir a los tribunales en la mente del público? En 'Si Amanece', celebramos un juicio simbólico al true crime que interpela tanto a creadores como a espectadores.

El fiscal Félix Martín advierte que las versiones verosímiles —diseñadas para entretener— pueden contaminar una investigación en marcha. Frente a él, una Adriana Mourelos teatralizada reivindica el valor del género para iluminar los fallos del sistema. Por otro lado, el médico forense Luis María Planchat recuerda que estos relatos pueden distorsionar la memoria de los testigos, reabrir traumas en las víctimas y moldear de forma peligrosa la percepción social de la violencia.

Es evidente que la línea entre información y espectáculo es cada vez más delgada. Frente a una sociedad que exige inmediatez, la justicia sigue necesitando silencio y método… y corre el riesgo de quedar atrapada en la lógica del entretenimiento.