Ricardo Lezón (McEnroe): "Prefiero ser la oveja que ir montado en el tren"

Madrid

La vida libre (Subterfuge, 2025) ha roto un silencio discográfico de seis años que, sin embargo, no se ha hecho tan largo porque Ricardo Lezón, que por momentos ya recuerda a Leonard Cohen, no ha parado de escribir y de cantar en sus proyectos paralelos a la banda.

Pero en seis años han pasado muchas cosas. Algunas en Getxo y otras fuera. Algunas importantes (rupturas, hijos o mudanzas) y otras pequeñas (libros, viajes o películas). Para La vida libre, otra obra imprescindible para los amantes del pop melancólico, todas cuentan.

"Cuando terminamos La Distancia, en 2019, todos teníamos la sensación de haber llegado a algún lugar y no sabíamos si volveríamos a grabar. Tampoco lo hablamos", explica Lezón en Fuego y Chinchetas. "Hemos dado con un ritmo de producción que es el que nos ha permitido llegar hasta aquí, manteniendo McEnroe como un tesoro".

Naturaleza y poesía

A los tres conciertos que dieron para conmemorar sus 20 años como banda acudió mucha gente joven, rebajando la media de edad de una pequeña legión de fans que no llena estadios, pero sí conecta con las letras de McEnroe de forma muy intensa. Unos directos que, según reconoce Lezón, les ayudaron a verse a sí mismos "de otra manera".

Entre las canciones más bonitas del nuevo disco destacan El jardinero (inspirada en su vecino Tomás), que incluye versos del poeta José Corredor-Matheos: "Leí un texto suyo en el que decía que la poesía no ha de tener ninguna misión... y me marcó mucho".

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Pero el interés de McEnroe por la naturaleza y los paisajes ha llegado también a la portada del álbum, en la que aparece una oveja latxa fotografiada por Ricardo Lezón con su propio móvil durante un viaje por el Pirineo oscense. "Se había apartado del rebaño. Me gusta que tenga que ver con el título del disco", dice orgulloso.

¿Suena igual?

McEnroe mantiene el mismo local de ensayo que tenía en sus inicios y muchos de sus fans creerán que —por suerte— suenan casi igual que entonces. Pero Ricardo Lezón apunta que, en realidad, han introducido muchos cambios: coros, instrumentos, melodías, fraseos en inglés (como el de Tumbados en el obelisco)... "Para nosotros son como un triple salto, pero la gente dice que suena igual", acepta resignado.

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Sea como sea, en un momento en el que la nueva escena indie atraviesa una zona de turbulencias, McEnroe sobrevive con millones de escuchas en Spotify y llenando La Riviera. Pero Ricardo Lezón dice sin tapujos que, el dinero es algo secundario. En las últimas dos décadas, de hecho, él ha compaginado McEnroe con un sinfín de trabajos: cocinero, profesor de tenis, empleado de gasolinera, agente inmobiliario...

"Para mí la música es un tesoro que me ayuda a vivir espiritualmente, más allá de lo económico", explica. "Convertirla en tu forma de vida conlleva un riesgo porque se convierte en una obligación y eso me da miedo".

Mística a ambos lados de la ventanilla

Con una atmósfera casi eclesiástica, la letra más poética del disco quizá sea la de Aguas termales ("todo este vacío será mi salvación, saber que aún queda sitio para otra ilusión"). Una canción "importante", según dice Lezón, porque "define el camino de McEnroe y habla de lo que puedes transmitir y recibir con las canciones, que pueden nacer sin un propósito y acabar siendo muy curativas".

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Casualmente, la espiritualidad de Aguas termales ha coincidido en el tiempo con LUX, el nuevo disco de Rosalía. Una obra inspirada en el misterio de la religión que el líder de McEnroe define como "un disco precioso" porque "tiene canciones espléndidas".

Ambos trabajos coquetean con lo místico, pero cada uno a su manera. Mientras que la superproducción de Rosalía ha irrumpido en la escena como un tren de alta velocidad, Lezón reconoce que, a sus 55 años, vive con la sensación de que el mundo le ha pasado por encima. "Me he quedado mirando, como una vaca... o una oveja. Pero prefiero ser la oveja que ir montado en el tren. Eso es lo que me pasa".