Se cumplen 80 años de los juicios de Núremberg, que revolucionaron el derecho penal internacional al juzgar a la jerarquía nazi
Los 21 jerarcas nazis de mayor rango que sobrevivieron a la II Guerra Mundial se sentaron hace 80 años en el banquillo del Palacio de Justicia de Núremberg, donde comenzó el principal de los procesos conocidos por el nombre de esta ciudad

En la imagen, a través de un "viaje en el tiempo" el Memorium Juicios de Núremberg muestra a los visitantes el aspecto original de la sala en la que se celebraron los procesos. / Clara Palma Hermann (EFE)

Corresponsal en Berlín
Por primera vez en la historia, entre el 20 de noviembre de 1945 y el 1 de octubre de 1946, se celebraron en Núremberg una serie de juicios contra 24 políticos, militares y altos funcionarios nazis acusados de crímenes de guerra y contra la humanidad. Las cuatro potencias vencedoras de la II Guerra Mundial (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Rusia) crearon un Tribunal Internacional para saldar cuentas con la cúpula nazi aún viva. Hitler se había suicidado meses antes en un búnker de la Cancillería con su personal más fiel.
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De aquel consenso, no exento de arduas negociaciones, nació el derecho internacional moderno, con consecuencias que duran hasta hoy. Conflictos como los de Ucrania o Gaza muestran las dificultades de su aplicación.
Sin embargo, hay motivos para la esperanza, según asegura Gurgen Petrossian, jurista de la Academia Internacional de los Principios de Núremberg: "Si miramos lo que ocurre en el mundo es realmente catastrófico, pero eso no significa que el derecho internacional haya desaparecido. Siempre ha sido objeto de ataques y agresiones. Llegará el momento en que la situación política cambie y entonces se implementará, porque los juicios de Núremberg tampoco se crearon en un clic”.
Los crímenes nazis se fueron documentando casi desde el principio de la guerra, un procedimiento que se intenta seguir ahora en todos los conflictos armados. "Lamentablemente, se necesita tiempo y paciencia", añade Petrossian.
Los jerarcas nazis no fueron acusados en Núremberg de genocidio, un concepto difícil de probar penalmente y que no entró en vigor hasta 1951. Según este experto en derecho internacional, "en el genocidio hay una intención específica", lo que significa que "hay que meterse en la cabeza del autor para comprender si cometió el acto con la intención de destruir a un grupo concreto".
De los Juicios de Núremberg surgió en 2002 la Corte Penal Internacional con sede en La Haya (CPI), sometida en los últimos años a enormes presiones por parte de países como Estados Unidos o Israel.
Petrossian interpreta estos ataques como una buena señal: "Ya no se ignoran, la CPI es lo suficientemente conocida y prominente, es decir, que ya tiene poder y puede cambiar y definir la política de otro modo".
Justicia consensuada
Hasta nuestros días ha llegado la idea de "reaccionar ante los crímenes con una justicia consensuada y no con ánimo de venganza", nos explica Rebeca Weiss, experta del Memorial de Núremberg desde la Sala 600 del Palacio de Justicia de la ciudad, la misma donde se llevó a cabo el proceso judicial y convertida ahora en un lugar para la memoria histórica que recibe más de 160.000 visitas anuales.
La relevancia de Núremberg también reside en que, por primera vez, "se persigue la culpa individual". Es decir, se juzga la responsabilidad de las personas, que no pueden ampararse en el Estado para justificar sus crímenes, como intentaron algunos de los jerarcas nazis.
En Núremberg, fueron procesados 24 hombres, de los cuales 21 se sentaron en el banquillo. Uno se suicidó antes, otro estuvo ausente por enfermedad y un tercero -prófugo o muerto- fue juzgado en ausencia.
Allí se encontraban Hermann Göring, el número 2 de Hitler; Rudolf Hess, jefe del partido nazi; Joachim von Ribbentrop, ministro de Exteriores de la Alemania nazi; Hans Frank, gobernador general de la Polonia ocupada; o Alfred Rosenberg, principal ideólogo del nazismo.
Se les juzgó por crímenes contra la paz (por iniciar una guerra de agresión), de guerra (por la violación de las convenciones de Ginebra y La Haya) y crímenes contra la humanidad (persecución, esclavización y asesinato de civiles por motivos religiosos, políticos y racistas).
Declararon 236 testigos, se utilizaron 200.000 declaraciones juradas como prueba y se presentaron 5.330 documentos. La prensa jugó un papel primordial. Se acreditaron unos 325 periodistas de 31 países.
Algunos tan prominentes como Ernest Hemingway, John Dos Pasos o Walter Cronkite. Se tomaron decenas de miles de fotografías y cintas que han llegado hasta nuestros días. Muchas pueden verse en el Memorial de la ciudad de Núremberg.
El 1 de octubre de 1946 se dictó sentencia. Doce condenas a muerte en la horca (una de ellas en ausencia, la de Martin Bormann, asistente de Hitler). German Göring se suicidó en su celda con cianuro la noche antes. Nunca se supo quién le proporcionó el veneno.
Además se emitieron siete penas de cárcel (tres de ellas de cadena perpetua para Rudolf Hess, Erich Räder y Walther Funk) y tres absoluciones (Franz von Papen, Hjalmar Schacht y Hans Fritzsche).
Todos los acusados se habían declarado inocentes y su actitud durante los interrogatorios fue desafiante o indiferente. Ninguno mostró remordimiento ni pidió perdón por sus crímenes.




